Carrusel de emociones en Poio. El conjunto conservero comenzó perdiendo, pero logró darle la vuelta al partido en la segunda mitad a base de empuje. El equipo local culminó la remontada a falta de dos minutos, pero cuando ya cantaba victoria, el Burela encontró el gol a la desesperada y dejó al cuadro de casa con un amargo empate.

El respeto marcó el devenir de una primera mitad muy igualada. El equipo rojillo llevaba la iniciativa de forma tímida ante un Burela que, por norma general, no presionaba más allá de tres cuartos de pista. Ante esa tesitura, las imprecisiones eran el denominador común de ambos equipos. Lo intentaba el Pescamar, pero solo encontraba algo de luz a balón parado.

Mientras, el Burela se dedicaba a proponer transiciones. No tenía la pelota, pero cada vez que robaba, castigaba. Cada vez que Dany cogía la pelota, sembraba el pánico. Por suerte, en las filas locales estaba una Silvia que le ganó la partida en las dos ocasiones que tuvo en la primera mitad.

Poco a poco, el Poio embotellaba al Burela. Las locales agobiaban a su rival, que se defendía con uñas y dientes y apenas concedía claras opciones. Ceci tuvo la más clara con un chut que se fue al palo.

Pero lo que llegó fue precisamente el tanto visitante. Después de la citada segunda gran parada de Silvia, Dany provocó una falta y la botó hacia una Bea Mateos que, sola, solo tuvo que empujar a gol.

Un error en el marcaje condenaba al Poio a remontar en la segunda mitad. Pero no le pesó a las locales, que se pusieron el mono de trabajo, dejaron atrás el miedo a encajar e iniciaron un acoso y derribo hacia la portería de una Jozi que pareció una gigante.

El cuadro rojillo apretaba muy arriba e incidía de cara a puerta. Lo intentaba individualmente y de forma colectiva. El Burela, atosigado, solo podía responder con faltas. Pronto se cargó y el contexto condujo a dos dobles penaltis. Pero el Poio erró ambos.

Locura final

El equipo local estaba negado de cara a puerta. Las ocasiones eran de todos los colores, pero el balón no quería entrar. Hasta que Ceci y Saeta se negaron a aceptar una vez más la situación. La marinense se revolvió, chutó a la media vuelta y Jozi rechazó al palo. El balón quedó muerto e Iria llegó para poner el justo empate.

Quedaban seis minutos y el Poio no se conformó. Empujado por una hinchada que se encendió de forma paralela al asedio de su equipo, lo siguió intentando. El Pescamar presionaba muy arriba y con su arsenal ofensivo en pista, logró la soñada remontada con la fortuna que le había faltado hasta entonces. Corral recibió escorada, lanzó un centro-chut y Lara envió a su propia meta.

El Poio había hecho lo más difícil. Pero quedaban dos minutos y el Burela comenzó a jugar de cinco. El equipo poiense se aculó atrás. Era incapaz de salir. Y a falta de 20 segundos, las visitantes tuvieron la paciencia suficiente como para trenzar una gran jugada y encontrar un empate que amargó el final al Pescamar y puso fin a su racha triunfal.