Costó, pero el Cisne ya vuelve a ver la luz después de una época oscura envuelta en derrotas. Cinco encuentros perdidos consecutivos eran demasiados para un equipo cisneísta que pasó de ser líder a coquetear con los puestos de descenso. Pero el cuadro pontevedrés ya puede pasar página. Porque ayer derrotó con luces y sombras a un Palma del Río que es una caricatura del temible equipo que peleó el ascenso a Asobal hasta el final el curso pasado.

Pese a todo, no se le puede restar mérito alguno a un Cisne que salió al partido con personalidad. Con una dinámica errática fuera, el equipo de Jabato sabía que el choque en casa se presentaba trascendental si no quería verse envuelto en verdaderos problemas justo en el momento en el que se encuentra en una etapa del calendario complicada.

El Cisne no echó de menos el calor del CGTD y quiso mandar desde el inicio en un Municipal que no le es tan extraño. Los locales buscaban imponer su juego ante un Palma mucho más pesado que prefería la pausa al vértigo. Pese a ello, en los instantes iniciales, la escuadra cordobesa no le rechazó el baile al Cisne.

El equipo blanco se apoyaba en su primera línea para anotar, mientras que Palma encontraba también la vía por medio de Samu Gómez. El ex del Teucro regresaba al Pabellón y lo hacía motivado. Fue difícil de parar durante todo el encuentro.

El 4-4 en el ecuador del primer acto ponía de manifiesto la igualdad máxima entre los dos equipos. Las defensas se imponían a los ataques. Pero entonces, el Cisne encontró su momento de lucidez y comenzó a apurar el paso.

Palma jadeaba detrás de un Cisne que se iba en el marcador gracias a cuatro goles consecutivos de Álex Chan. El lateral dispara a los suyos hasta el 10-6 y ni siquiera el tiempo muerto de Víctor Montesinos pudo frenar el vendaval.

Faltaban siete minutos para el final del primer acto y Alberto Casares redondeaba el 5-0 de parcial. El Cisne se había subido a la cresta de la ola. Y Palma le costó bajarlo.

El equipo andaluz reaccionó tímidamente, pero el 11-6 se convirtió en un 15-9 al final del primer acto. El dinamismo de la primera línea de los de Jabato era imparable para la defensa de un Palma que luego, no encontraba caminos en ataque.

Velocidad y precipitación

Quería el equipo foráneo revertir la situación tras el descanso. Pero lo que llegó fue un nuevo mordisco del Cisne. Palma estaba desconectado y los locales muy concentrados. Cada pérdida era penalizada. El equipo de Jabato podía correr. Y su dominio en todas las facetas se convirtió en un 20-12 con Andrés Sánchez desatado.

Pero entonces, con todo a favor aunque todavía 25 minutos por delante, al Cisne se le fundieron los plomos. El equipo pontevedrés lo vio tan fácil que no quiso rebajar revoluciones. Y comenzó a caer en una precipitación que le llevó al nerviosismo.

Ni siquiera una roja directa a Yoel Moreno ayudó al Cisne, que había pasado al 23-20 a base de defender mal y errar en ataque durante cinco eternos minutos.

La bola pesaba, pero entonces el juvenil Dani Fernández evitó el 23-21 y al momento, Carlos Pombo materializó el 24-20. Quedaban 11 minutos y con sufrimiento y apoyado en el sector derecho con los primos Pombo, el Cisne acabó amarrando una victoria vital que le saca de la depresión.