Un Pontevedra mejor, no excelso, pero sí más sólido, se presentó en el Fernando Torres de Fuenlabrada durante los primeros veinte minutos de partido. En ello coinciden todas las crónicas. Pero los argumentos buenos cedieron paso a las inquietudes. El equipo vaciló, el rival creció sobre la posesión, vacía al principio, con llegadas después, y el gol mató a los granates como un contundente cañonazo. Quedaban casi 40 minutos por delante; pero los de Luisito nunca lograron rehacerse.

Dos circunstancias se cruzan:el técnico insiste en que falta ajustar el tono físico y para esto bastan tiempo y entrenamientos, es una línea ascendente; pero mientras el tono llega, se acumulan derrotas y fragilidades. El sábado el equipo se rindió como si no creyera en sus posibilidades. Saber qué círculo, el virtuoso físico o el vicioso mental, habrá de imponerse es una de las grandes batallas a gestionar en el vestuario.

Los síntomas buenos

Hay elementos a los que aludir para abrazarse a la idea de una mejoría. El primer tramo en Fuenlabrada es, sin duda, uno de ellos. No fueron instantes de gran juego, más bien empuje, pero salpicados con acciones meritorias. Ahí existía fe y con esa fuerza el Pontevedra presionó, trabajó e hizo bandera del coraje y la agresividad para llegar arriba. Estrelló un balón en el poste, apareció por las bandas y apenas pasó apuros en su portería. El rival mostraba más calidad, pero en aquel momento no parecía que le bastara solo con eso.

Los mediapuntas

La vuelta de Jorge Hernández es otros de los aspectos positivos del encuentro en el Fernando Torres. El mediapunta, que llegó este año procendente del Alcoyano, no ha podido jugar tanto como quisiera debido a problemas físicos. Pese a todo, su participación en Fuenlabrada fue destacada. Prosi, ausente el sábado por sanción, es otro de los hombres de Luisito que han causado peligro partiendo de esta zona. Si el actual esquema sirve para liberar espacios en esta franja, puede haber una vía a explorar.

El derrumbe

No puede establecerse el corte entre el buen y el mal juego del Pontevedra en el descanso, como si su dominio hubiera alcanzado todo el primer periodo. Lo cierto es que el conjunto granate dio los primeros indicios de caída en torno a la media hora de partido. A partir de ese momento, las jugadas del Fuenlabrada las empezaba y terminaba, mejor o peor, el equipo local.

Al Pontevedra le costaba recuperar. Hace falta una confianza muy especial para resistir esas posesiones largas en las que no se llega al balón. Cuando esto empezó a ocurrir el Pontevedra trató de sacudirse de encima el dominio con algún disparo lejano, sin pólvora, casi un despeje, de Kevin Presa. No halló la combinación, no fue capaz de impedir el monopolio del balón ni de contragolpear veloz para asustar al rival. No encontró el modo de evitar quedar a merced de la idea de juego de su rival.

La reacción

El propio Luisito reconocería después en rueda de prensa que le sorprendió negativamente la nula reacción de sus futbolistas cuando encajaron el primer tanto. Aún cuando quedaban mucho minutos, el gol de Dani Fernández llegó poco después de comenzar el segundo tiempo, nada en el Pontevedra indicaba que fuera a ser de nuevo el equipo de los primeros minutos. Apenas llegó y no tuvo el control del juego. Con poco más de 50 minutos jugados en sus piernas es difícil atribuir este hecho a la carencia física.

La ansiedad que se vio ante el Rápido de Bouzas, el bloqueo mental ante el Cerceda o, peor, una variante temerosa perteneciente a ese universo psicológico asomó y el partido concluyó sin que la escuadra voluntariosa del primer tiempo compareciera en el segundo. Como si antes de perder el fútbol que se juega en el césped, hubiera perdido el que se juega en la cabeza.

Los detalles y el azar

Los detalles están decantando los partidos, esgrimen futbolistas y cuerpo técnico al explicar las derrotas. Incluso Antonio Calderón, entrenador del Fuenlabrada, hizo este apunte. Errores individuales en momentos decisivos que condenan al equipo. Ante el Fuenlabrada los fallos, como el segundo gol, pueden achacarse más a la mala fortuna que a la falta de concentración o calidad; pero esta no es la única circunstancia que explica lo sucedido (un gol en el minuto 88) y el azar es un componente inseparable del fútbol. Reducir su peso es, precisamente, labor del cuerpo técnico y los futbolistas.

el crédito

La presidenta del Pontevedra Club de Fútbol, Lupe Murillo, confirmó en su cargo al entrenador del equipo que, minutos antes, había preguntado en sala de prensa si su crédito solo duraba cinco partidos. Luisito recordó la temporada en que llegó al club cuando, dijo, casi "iba camino de preferente". Luisito llegó al Pontevedra en octubre de la temporada 2014/2015. Los granates eran séptimos cuando se anunció su fichaje en octubre, después de que Milo Abelleira dirigiera al equipo provisionalmente en la victoria frente al Cultural Areas. Acabaron la liga primeros. El año anterior el equipo había quedado cuarto, pero no logró ascender y sexto una temporada antes. En la 11/12 también jugó, sin éxito, la eliminatoria de ascenso a Segunda B.