En el partido que este sábado disputa el Pontevedra contra la Arandina se ponen en jugo mucho más que tres puntos. Por primera vez en lo que va de liga los pupilos de Luisito tienen en su mano la posibilidad de sellar la clasificación para los play off de ascenso sin necesidad de ver qué es lo que ocurre en otros campos.

Tres puntos son los que quedan para certificar la presencia lerezana en las eliminatorias decisivas, una ilusión que se lleva persiguiendo en las más de 20 jornadas en la que el equipo pontevedrés lleva ocupando el cuarto peldaño de la clasificación.

Los granates tienen dos finales para hacerse con estos tres puntos pero sólo una será en ante su afición, la primera, la de este fin de semana ante la Arandina (sábado a las 20 horas).

Para el club es muy importante este encuentro, último de la liga en casa (esperan que no de la temporada) y por ello han lanzado una nueva campaña regalando dos invitaciones a cada socio con el objetivo de que Pasarón ruja como en sus mejores tardes. No en vano, el estadio pontevedrés lleva nueve temporadas sin disfrutar de su equipo consiguiendo una clasificación para la fase de ascenso en feudo propio.

Ninguna de las tres fases de ascenso que se alcanzaron en Tercera División para retornar a la categoría de bronce del fútbol español se certificaron en Pontevedra. La última, la que se selló ya con Luisito en el banquillo de Pasarón, se alcanzó de forma matemática en el campo de A Lomba en una remontada agónica ante el Arosa con un gol de Pablo Carnero en el tiempo de descuento y a cinco jornadas de que acabase la liga.

Las dos clasificaciones anteriores llegaron aun más lejos de la ciudad del Lérez, ni siquiera en la provincia, pues fueron en Dorneda (empate a uno que supuso la pérdida del liderato y la caída hasta el cuarto puesto de la tabla) y un año antes en As Somozas (2-3 para ser cuartos, con Milo Abelleira en el banquillo). Ambos partidos fueron además en la última jornada de liga.

También en el último suspiro y en campo del oponente fue la última vez que se consiguió estar en una fase de ascenso a Segunda División A. Fue en la temporada 2009-2010 y en uno de los partidos de liga más recordados en el pasado reciente del club. El Pontevedra de Pablo Alfaro se jugaba su presencia en las eliminatorias por estar la división de plata jugando un único partido a vida o muerte en Mendizorroza, precisamente ante un Deportivo Alavés que era su rival directo por la cuarta plaza. La marea granate se recorrió casi todo el norte de la península para ver a los suyos ganar en un campo que hoy es de Primera División gracias a un solitario tanto de Ibán Espadas.

Hay que desplazarse por lo tanto cinco fases de ascenso atrás, para encontrar la última vez que el Pontevedra dio la campanada en casa. Fue en el curso 2007-2008. Xabi Gracia era el entrenador y sus jugadores, que venían de ganar en Canarias en la antepenúltima jornada liguera, precisaban de un punto más para que las matemáticas le diesen una tranquilidad que una difícil pero posible carambola de resultados externos podría arrebatarles. El equipo respondió con creces y ganó 3-0 al Raqui San Isidro (goles de Charles, Javi Rodríguez y Gato) para dar un golpe sobre la mesa y repetir presencia en un play off en el que en aquella época era todo un veterano.

Especialmente significativa fue también la clasificación de la campaña anterior, pues se logró en casa y ganando además a un Rayo Vallecano que hasta el momento se estaba jugando contra los granates la primera plaza de la tabla. El Pontevedra no sólo ganó el partido y la plaza para el ascenso (1-0 con tanto de Charles), sino que además en ese encuentro le arrebató el liderato a los madrileños para apuntarse al final de la temporada el título del liga en el grupo I de Segunda División B. Esa posición de privilegio no valió no obstante para nada y el camino hacia Segunda terminó a las primeras de cambio ante el Córdoba ya que en aquel momento no había eliminatorias entre campeones.

Medio ascenso en casa

No fue una clasificación propiamente dicha, pero en el último ascenso del Pontevedra a Segunda División (2003-2004) tuvo mucha culpa el último partido de liga disputado en casa, que coincidió además con el punto y final a la competición doméstica.

El Pontevedra recibía al Rácing de Ferrol en Pasarón. Ambos equipos estaban ya clasificados para la fase de grupos para estar el la división de plata del fútbol español, pero en el estadio lerezano se ponía en juego quién sería el campeón de la liga y diez mil gargantas pontevedresas empujaron y alentaron a los granates en un abarrotado y antiguo Pasarón como preludio de un ascenso que posteriormente se conquistaría.