Era un partido clave y el Campo Lameiro venció. Un tanto agónico de Bruno Pazos, con el equipo local ya volcado con un futbolista más en busca del triunfo, hizo estallar de alegría A Chanciña.

El Campo Lameiro sufrió de lo lindo ante un Umia que demostró porqué llegaba en quinta posición y con opciones de ascenso. El equipo ribadumiense vendió muy cara su piel y comenzó ganando con un gol en los últimos minutos de una primera parte muy trabada, en la que se mascaba la tensión propia del antepenúltimo partido de liga.

Unos y otros sabían lo que se jugaban y lo demostraron. El Campo Lameiro no terminaba de arrancar y Rubén Sánchez puso por delante a los suyos. Era un gol psicológico, pero esta parece ser la temporada del cuadro de A Chanciña. Porque los locales, lejos de sentirse golpeados por el doloroso tanto, salieron del vestuario con la única intención de darle la vuelta al partido. Y a sus intenciones sumaron los hechos. Fernando Martiño empató a falta de media hora e hizo creer a los suyos en la remontada.

Sin embargo, el Umia no se achicó. Incluso con uno menos amarró el empate hasta el último minuto, cuando Bruno Pazos encontró un gol que puede valer un ascenso.