No se puede hacer más para ganar un partido. El Pontevedra se dejó dos puntos de oro ayer en el partido en casa ante el Coruxo. Sabedores de que sus principales rivales por la fase de ascenso habían empatado por la mañana, los granates saltaron al campo con la seguridad de que una victoria les dejaría a solo dos puntos de los play off, pero la falta de puntería en la más de una decena de ocasiones claras de las que dispusieron hizo que el cántaro se rompiese de tanto ir a la fuente y finalmente el Coruxo aprovechó una de las escasas oportunidades claras de las que dispuso para sacar petróleo de Pasarón.

La primera parte fue de más a menos para los intereses locales y acabó en su tramo final de nuevo con el equipo volcado sobre la meta coruxista. El cuadro vigués ganó el sorteo de campos y decidió sacar al Pontevedra de su zona de confort, obligándole a atacar contra Norte en la primera mitad para que así no pudiesen jugar en la segunda parte hacia su portería fetiche, la de las remontadas y los dos últimos ascensos.

Quizás por esto el Pontevedra fue mejor en los primeros 45 minutos, en los que se volcaron sobre Norte. En menos de diez minutos Añón ya dispuso de la primera oportunidad clara en una ocasión que cruzó demasiado al rematarla con su pierna mala. Poco después fue Abel Suárez el que tuvo una doble oportunidad para hacer el primero, en un primer momento tras rematar de cabeza el centro de Añón desde la derecha y poco después al enganchar a la media vuelta el rechace del portero, pero de nuevo sin suerte.

El Pontevedra achuchaba, y mucho, y Jacobo Trigo aún dispuso de una nueva oportunidad clara para romper el empate con un remate inapelable de cabeza a un córner botado por Mouriño que obligó a intervenir brillantemente al meta local Alberto.

Fueron 20 minutos muy buenos y de claro dominio local que poco a poco dieron paso a un periodo de mayor estabilidad en el encuentro en el que el Coruxo pudo soltarse algo más y pisar campo rival de forma más frecuente. Su oportunidad más clara estuvo en la cabeza de Camochu en un centro al segundo palo en el que remató muy forzado sin darse cuenta de que Mateo entraba solo desde atrás en una posición más franca para hacer el tanto.

A pesar de la mejoría visitante, el Pontevedra siguió intentándolo frecuentemente. Mario Barco con hasta tres oportunidades claras pudo desequilibrar la balanza en favor local, pero si bien las oportunidades se sucedían una tras otra para que el Pontevedra se fuese con ventaja a los vestuarios, lo que falló en los primeros 45 minutos fue la puntería. En una de las mejores primeras partes que se recuerdan del Pontevedra esta temporada en casa, las sensaciones al descanso eran las de tantas otras veces en la primera vuelta, que en cuanto los lerezanos consiguiesen abrir la lata el partido iría rodado.

La segunda parte no fue tan brillante en cuanto a fútbol como la primera, pero en ella el Pontevedra sí tuvo sus ocasiones para hacer gol. Aún así, el primer susto lo dieron los vigueses en un centro de Pibe que se fue envenenando y que salió rozando el larguero de Edu tras golpear en Miguel.

A partir de ahí se volvieron a suceder las múltiples ocasiones pontevedresas. Luisito dio entrada en el campo a Mateu y puso toda la carne en el asador para romper de una vez por todas el empate a cero. El mallorquín dispuso ya de una clarísima ocasión delante de Alberto para conseguirlo pero la puntería no era ayer el fuerte de nadie y el meta le ganó la partida.

Finalmente fue Abel el que consiguió derribar el muro del Coruxo con un inapelable remate de cabeza en el que se impuso a su par dentro del área, aprovechando para hacer bueno el gran centro de Mouriño desde la esquina. Alberto se tiró bien a tapar el remate pero la pelota golpeó en un defensa verde desviando la trayectoria. La lata se abrió quizás cuando menos lo merecía el Pontevedra.

El solitario tanto le pareció poco a Luisito, que siguió insistiendo a sus hombres en que apretaran para conseguir cerrar el partido, pero estos desperdiciaban una ocasión tras otra en botas de Barco, Mateu o Álex González.

Y como suele pasar en el fútbol tantas veces cuando perdonas, acabar pagándola. En una de las escasas jugadas aisladas del Coruxo, que llegaba más por calidad individual que por fútbol, André envió al fondo de la red una dejada atrás de Camochu tras un balón colgado al área. Jarro de agua fría para el Pontevedra, que nuevamente se veía obligado a apelar a la épica para sacar los tres puntos en los minutos finales.

Pero esto no solo no llegó sino que, en una la última ocasión granate que acabó con otro "casi gol" de Álex González, Mario Barco se acabó rompiendo muscularmente en la parte posterior de la pierna izquierda. Esta lesión le puede hacer perderse ya lo que resta de temporada y los futuros play offs.