Victoria solvente y trabajada del Pontevedra en Aranda de Duero. Los hombres de Luisito fueron superiores en la definición a sus homónimos en el campo, y con un gol en cada tiempo, rentabilizaron tres puntos más tácticos que vistosos en El Montecillo. Mario Barco abría la lata al borde del descanso de cabeza marcando el camino de cabeza. Bonilla de falta, pasada la hora, sentenciaba el encuentro para los granates, que dan el golpe y, aprovechando los resultados de los rivales, se afianzan en puestos de play off.

Pese al triunfo visitante, la primera parte fue espesa en lo visual. Aun así, hubo intensidad en la faceta táctica. Mejor la Arandina en los compases iniciales, al equipo de Luisito le costó entrar en un duelo al que los de Emilio Ferreras salieron con bastante más intensidad.

Así, los primeros minutos serían para los burgaleses que, con poca profundidad no obstante, acosarían a un Pontevedra encerrado en los compases iniciales y que no acertaría a hacerse con un esférico dominado por Leo y Saúl en el centro del campo.

La situación era favorable al conjunto local que, a pesar de todo comenzaría teniendo las primeras oportunidades en contra. De este modo, Barco daría el primer aviso ante la meta de Montiel en un disparo que el guardameta sevillano atrapó.

Superado el minuto 20, saldría de nuevo a la carga el Pontevedra, aunque con cuentagotas. Un centro desde la izquierda a saque de esquina lo remataría Mateu de nuevo a las manos del cancerbero blanquiazul. El control del partido era local, pero las oportunidades llegaban desde el bando gallego. Así, no sería hasta casi la media hora de partido, minuto 28, en que Omar acometiera por primera vez la meta de Edu. Su acción personal le habilitaba a disparar desde la frontal, pero la oportunidad moría en manos pontevedresas. Edu se hacía con el esférico.

Pasado el ecuador del primer acto, los de Luisito se desperezarían. Buscando la contra, principalmente, pero por banda con David Añón, el conjunto lerezano encontraría una autopista que explotar. Lo haría, con éxito. No por su parte, aunque cierto es que el extremo gallego marearía doblando y fintando a su marca, si no por sus acciones a terceros. Así, a apenas cinco para llegar al descanso, una combinación entre éste y Kevin, terminaría con el cuero golpeando el larguero arandino. La oportunidad podría haber sido gol, ya que la jugada continuó y, tras una melé en el área, Montiel salvaba a su equipo del primero de la tarde.

Gol psicológico

Nada más podría hacer, no obstante, a la, casi última jugada de la primera mitad. Los autores, los mismos. David Añón sentó a su par, y su centro lo desbarató un Montiel en primera instancia que vio cómo nuevamente la acción se prolongó. Loureiro recogió el esférico y lo puso en la cabeza de Mario Barco. Imposible ya reaccionar para el meta andaluz que, desesperado, observó cómo el Pontevedra inauguró el luminoso. 0-1 y equipos a vestuarios.

Ya en la reanudación, se desató la locura el césped. La Arandina saltaba volcada sobre campo rival, y con acometidas irregulares, se iba a encargar de volver a embotellar al equipo pontevedrés. Aún así, y paradójicamente, la primera opción de fuego real fue para los de Luisito en una internada de Añón que desbarató Montiel. Minutos más tarde, Mateu volvía a percutir por parte gallega. Su remate de cabeza picado al segundo palo se marchaba desviado.

La Arandina volvía para entonces a tener el dominio del esférico y del campo rival, llegando a línea de tres cuartos, pero teniendo dificultades para culminar las aproximaciones a la meta gallega. Ocurriría entonces lo esperado, que pasada la hora, y con Charlie habiendo salvado el segundo tanto visitante en una nueva llegada de Añón por banda que cedía a Mario Barco, el Pontevedra golpearía de nuevo.

Lo haría con Bonilla ejecutando desde más de treinta metros una acción a balón parado que se colaba en la meta de Montiel de forma categórica, pero que señalaba que el portero local podía haber hecho más para detener el balón. El disparo cogía portería por el palo del meta ante la mirada del cancerbero, y se convertía en el segundo de la tarde.

El 0-2 era una ventaja imperdible para el Pontevedra, que supo jugar e impidió que el marcador se moviese para llevarse su segundo triunfo a domicilio y acabar el 2016 ya seguro en puestos de ascenso.