Partido nefasto para el Marín Peixegalego. El conjunto pontevedrés encajó una dolorosa derrota ante un conjunto llamado a estar a arriba, pero que llegaba a A Raña habiendo cosechado cero victorias en sus tres últimos encuentros. El Peixe pecó de inoperancia ofensiva y además, no encontró en ningún momento una solidez defensiva que le permitiese competir de tú a tú.

El choque comenzó igualado. Marín y Lleida intercambiaban canastas y el equipo local incluso logró adquirir una cómoda renta de cinco puntos, pero pronto cayó presa de su desatino de cara al aro. El Lleida ajustó su defensa y comenzó a secar a unos Derksen y Miso que habían encontrado fortuna en los primeros compases. El bloque catalán cerró su rebote y comenzó a atacar con dinamismo, lo que le permitió recortar e incluso irse hasta los tres puntos de ventaja, que al final del primer cuarto se quedaron en una única unidad gracias a la tímida reacción local.

Sin embargo, el Peixe no sostuvo su nivel en un segundo cuarto que resultó desastroso para sus intereses. Al Lleida tan solo le hizo falta hacer un buen inicio de período, refrendado con unos últimos minutos antes del descanso en los que pareció más un equipo de ACB que de LEB Oro. El 12-19 de parcial no hubiese resultado tan sangrante de no ser por el 0-12 encajado por el cuadro peixista en los últimos tres minutos.

Ese apagón llegó tras lo que semejó un conato de remontada. El Lleida había logrado irse 18-29, pero un triple forzado de Múgica en el último segundo de posesión cortó la sequía e hizo creer al bloque local. Entonces el Peixe se desató. Cerró su zona e impidió tiros fáciles al Lleida. Los triples ya no le entraban al equipo naranja y el Marín tuvo una contra clara para ponerse a tan solo cuatro. Miso no recogió el pase en boca de canasta y ahí comenzó la pesadilla.

El Lleida se creció y de los posibles cuatro puntos, se pasó a 18. Cada ataque del equipo visitante era sinónimo de canasta. El Peixe, errático ya anteriormente en ataque, comenzó a buscar guerras individuales. Bloqueados y sin ideas, los jugadores de azul entraron en un bucle en el que cada ataque era sucio. El Lleida se subió a la ola ganadora y poco a poco, fue cimentado una ventaja insalvable.

Sin reacción

Y lo fue. Porque el Marín no reaccionó tras la arenga de Llorente en el vestuario. Más bien al contrario. El conjunto pontevedrés salió amordazado y lo que llegó fue un nuevo arreón del Lleida que sentenció el encuentro. El Marín se chocaba en cada ataque contra sus propios miedos. La férrea defensa naranja tampoco ayudaba. Miguel Feliu comenzó a ofrecer su particular recital y fue imponiendo un tremendo castigo para el Peixe, que era incapaz tan siquiera de competir. En tan solo cinco minutos del tercer cuarto, el encuentro estaba visto para sentencia con un 35-63 sangrante.

Entonces llegó la relajación entre las filas visitantes. Borja Comenge hizo cambios y el Lleida empezó a tomarse el partido menos enserio. El Peixe siguió peleando y logró un parcial de 10-2 que dejó las diferencias en 44-65. El técnico visitante pidió tiempo muerto para poner en vereda a los suyos y el Marín volvió a mostrar su manifiesta incapacidad en el día de ayer.

Quedaba un último cuarto que parecía irrelevante, a no ser que ambos equipos diesen un giro radical de 180 grados. No fue así. El Peixe tuvo vergüenza torera y no le perdió la cara al partido, pero siguió pecando de falta de efectividad en ataque y ternura defensiva y finalizó encajando su severo correctivo en A Raña, donde parecía haber recuperado solidez.