El Torino regresaba a casa después de jugar en Lisboa un partido amistoso contra el Benfica como homenaje a "Xico" Ferreira. En la maniobra de aproximación al aeropuerto turinés, a causa de la niebla, el aparato se estrelló contra la parte posterior de la Basílica de Superga, la colina que domina la ciudad. Nadie sobrevivió al accidente. Murieron 18 futbolistas, la mejor generación del club y posiblemente una de las más grandes que ha conocido Italia. El "grande Toro" llevaba cuatro Ligas consecutivas (la Federación Italiana le concedió también la de 1949 en homenaje a los desaparecidos) y su formación titular era casi la misma de la selección italiana. Diez eran titulares con la "nazionale", que tardó años en recuperarse de aquel mazazo. El club, décadas. Valentino Mazzola, padre de Sandro Mazzola, era el líder de aquella generación que dejó un vacío inmenso en todo el país. Las escenas de las honras fúnebres, con toda la ciudad en la calle, o las de la entrada en la catedral, en el mismo orden en el que saltaban al campo, son parte de la historia del país. El golpe llegó a tal punto que un año después la selección se marchó a jugar en Mundial de 1950 en Brasil y lo hizo en barco por miedo al avión. Tardaron un mundo en llegar y lo hicieron en pésimas condiciones. No duraron en el torneo.