Cuatro años dan para mucho. Y Pablo González sigue guardando cariño al Pontevedra Club de Fútbol, pese a que su última temporada con la camiseta granate no fuese la más fácil de su carrera. El central vigués visitará este domingo Pasarón por primera vez tras su salida del equipo lerezano, después de que el club no quisiese renovarle el pasado verano.

Pablo González llegará al feudo pontevedrés sin rencor. El zaguero se queda con los aspectos positivos de su paso por el equipo: "El Pontevedra es una gran institución. Obviamente fue un orgullo poder jugar tantos años en ese equipo, pero las etapas se acaban y no se puede hacer nada por evitarlo".

El central se crió en la cantera del Celta y luego dio el paso al Villalonga de Tercera División. Entonces, Milo Abelleira, por aquel entonces entrenador del Pontevedra, vio en él a un zaguero de futuro y apostó por firmarlo en la temporada 2012-2013, cuando el chico todavía no había alcanzado la veintena.

Por tanto, Pablo se formó en el Celta, pero se hizo futbolista en el Pontevedra. González llegó para ascender y finalizó su periplo habiéndolo logrado. "Aunque fuese a la tercera", recuerda. De sus primeros años en el club habla con nostalgia. Pablo se hizo rápido con un puesto y sus buenas actuaciones le granjearon el inmediato cariño de la afición, que veía en el chico rubio, espigado y tímido que había llegado del Villalonga. "Siempre noté ese cariño de la afición y es de agradecer. Guardo muchos amigos de mi etapa en Pontevedra", admite Pablo.

Jugadores predilectos

Sin embargo, preguntado sobre porqué ese gusto de la afición no se vio luego traducido a su inclusión en las alineaciones del equipo, el defensor responde que "un jugador puede ser querido, pero el que manda es el entrenador". Y desde la llegada de Luisito, González no participó tanto como acostumbraba en anteriores etapas. "Cada técnico tiene unos jugadores predilectos y es así. Quizá yo pude haber dado algo más, pero creo que cuando me tocó jugar lo hice bien. De todos modos, en la última temporada, que fue en la que más mal lo pasé, jugué 20 partidos. Pudo haber sido peor", señala.

Ahora Pablo prefiere centrarse en el presente y el futuro. El central encontró acomodo en el Somozas y está encantado: "Puede que a nivel de clubes parezca un paso atrás, pero estamos en Segunda B al igual que el Pontevedra. Yo necesitaba jugar y Stili tiene muchísima confianza en mí.

González vive en Ferrol en un piso con Javi Ortega, Rami e Isi. Tras sacarse la carrera de Magisterio y especializarse, ahora se toma un año "semisabático" en el que mira de reojo el temario de las oposiciones para ser profesor. Pablo es feliz en el equipo de Ferrolterra, un club "muy familiar". "Estoy mejor de lo que me esperaba. La acogida de los compañeros fue fantástica y el trato de cuerpo técnico y directiva es muy bueno en el día a día. Es mi primera experiencia lejos de casa y estoy contento".

El jugador nacido en Vigo asegura que "se nota que el Somozas es un club menos profesional que el Pontevedra. Compite por otros objetivos". Eso hace que "la presión sea nula" a la hora de jugar en casa, aunque "está claro que si las cosas van bien, tener el apoyo de una afición como la de Pasarón ayuda".

Este domingo, Pablo volverá a sentir lo que es jugar en el coliseo granate. Para él todo será familiar. Volverá a su casa, donde disputó 123 partidos entre liga y fases de ascenso. Y lo hará feliz, aunque con ganas de reivindicarse.