Continúa habiendo un Pontevedra en Pasarón y otro alejado del feudo lerezano. El cuadro granate volvió a evidenciarlo en Zorrilla, donde hincó la rodilla merced a dos penaltis convertidos por Higinio, que hicieron inútil el gol de Trigo para igualar el encuentro a la media hora.
Acusó el Pontevedra en tierras vallisoletanas su fría puesta en escena. Fruto de su parsimonia inicial estuvo a punto de subírsele a las barbas el filial blanquivioleta en los primeros minutos, en los que generó hasta tres llegadas claras sobre la portería de Edu, que vio cómo Royo y Mayoral, éste por partida doble, le ponían a prueba. Dos magníficas paradas del cancerbero tudense evitaron que la sangre llegara al ríotan pronto.
Pero el Pontevedra era un mar de dudas en defensa y lo iba a pagar caro escasos minutos después, cuando la zaga granate falló tratando de despejar un saque de esquina y Mario Barco se vio obligado a derribar a Rai dentro del área. El colegiado no lo dudó un instante y señaló el punto de los once metros, desde donde Higinio materializó su primer tanto de la tarde.
Sólo el gol hizo despertar al Pontevedra de su letargo, ya que hasta ese momento el equipo gallego apenas había ofrecido señales de vida en ataque a excepción de un par de disparos lejanos que no pusieron en apuros a Dani.
Luisito cambió el sistema, adelantó a Trigo al centro del campo y el equipo reaccionó. Precisamente el de Baiona iba a ser el artífice del empate, en un saque de esquina en el que Hernández midió mal y el centrocampista remató con un zapatazo cruzado en el segundo palo.
Sin embargo, tras conseguir el empate, el Pontevedra volvió a ser el equipo preocupado del arranque del partido y cedió la iniciativa nuevamente al Promesas, que en el último cuarto de hora del primer acto pudo poner tierra de por medio en el marcador otra vez de haber estado más acertado en la faceta de la definición. Edu volvió a ejercer de héroe granate sacándole un chut franco a Higinio al filo del asueto.
Mejoría
Luisito debió de leer la cartilla a sus discípulos en el vestuario, porque en la reanudación el Pontevedra se puso el traje de gala y volvió a ser el bloque que no deja títere con cabeza en Pasarón esta temporada. Eso se tradujo en una ocasión clarísima para Jacobo Trigo, pero el medio se hizo un lío ante Dani Hernández. Quiso driblar en vez de disparar y perdonó el 1-2.Posteriormente, fue Mario Barco el que erró en una acción similar, aunque desde un posición más escorada que acabó con un disparo excesivamente cruzado.
El Pontevedra había perdona dos mano a mano y lo pagó. Del posible 1-2 se pasó al 2-1 en un abrir y cerrar de ojos. Dentro del área, Miguel tocó el balón con una mano que tenía pagada al cuerpo y el colegiado volvió a señalar penalti, materializado nuevamente por Higinio.
El colmo de la mala suerte para el Pontevedra fue el tanto que el árbitro anuló a Jacobo Trigo por presunto fuera de juego después de que hubiera conectado un precioso cabezazo al fondo de la red. El asistente de Villoria Linacero consideró que había posición ilegal y dejó al Pontevedra sin premio.
De ahí hasta el final del partido, el bloque granate cargó con todo sobre la portería local, pero no era el día. Incómodo por el césped sintético tan desgastado y el viento, y penalizado por su falta de acierto de cara a puerta, su poca ambición en algunos momentos y la excesiva mano arbitral en determinados contextos, el equipo sumó su quinto partido sin conocer la victoria lejos de Pasarón.
Otra vez, las circunstancias se volvieron adversas en todos los sentidos. Porque quizá el Pontevedra no mereció irse de Valladolid con su primera victoria a domicilio bajo el brazo, pero tampoco debió cosechar su tercera derrota del curso, que le descabalga de los puestos de play off y comienza a generar una crisis cada vez que el equipo viaja lejos de su feudo.