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"Rial dejó un millón de pesetas a la plantilla para que algunos jugadores pudiesen comer"

En el 1984, el Pontevedra salía de las catacumbas del fútbol regional para volver a una Segunda B por la que se pasearía durante muchos años. Pese a ser un recién ascendido, los primeros años en la categoría fueron muy buenos. Así los recuerdan Milucho y José Emilio, que aseguran que se formó en el vestuario "un gran grupo". "Congeniamos todos. Había un ambiente maravilloso y a ello ayudaba que éramos todos de por aquí", destaca Milucho. Para José Emilio "fueron años muy bonitos" en los que el Pontevedra realizó muy buenas campañas. El equipo estuvo cerca de clasificarse para la fase de ascenso e incluso logró salvarse de bajar a Tercera el año de la restructuración de la categoría.

Entonces el nivel de la división subió y los latentes problemas económicos empezaron a aflorar. José Emilio dejó el club después de varios años como capitán para dedicarse exclusivamente a la medicina y, poco después, Milucho pasó del césped al banquillo para ser ayudante de los entrenadores que iban llegando. Pero algo se rompió. La familia del vestuario se fracturó porque la directiva comenzó a apostar por mucha gente de fuera. "Los jugadores de la zona, que éramos mayoría, nos conocíamos mucho. Teníamos una jerga con la que nos entendíamos. Y se apostó por traer a futbolistas que no se supieron adaptar. No es que nosotros nos cerrásemos, es que a ellos ése ambiente les era extraño", destaca Milucho.

Con él ya como segundo preparador, el Pontevedra entró en una grave situación económica. El técnico comenta que no había dinero para pagar a los jugadores: "No sé cómo el equipo lograba competir. Había chicos que pasaban hambre de verdad. Eran condiciones extremas para un deportista. Sobre todo los de fuera, que no tenían el sustento de sus padres en casa".

Esa situación entre finales de los 80 y principios de los 90 hizo que el técnico, Héctor Rial "pusiese en la mesa del vestuario un sobre con un millón de pesetas para que los jugadores pudiesen comer", recuerda Milucho.

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