Victoria tan brillante como inesperada para el Marín Ence Peixegalego en su debut en LEB Oro. El cuadro de Llorente completó un partido de ensueño e inició su andadura en la categoría por todo lo alto.

El partido le llegaba muy pronto a un Peixegalego todavía muy verde. Además, el calendario imponía un rival temible para el debut en LEB Oro.: el Melilla, segundo clasificado el curso pasado. Era empezar por todo lo alto. Pero la responsabilidad del estreno no le pesó al cuadro local en el primer acto. Comandandos por un Andrés Miso que apenas alcanzaba la semana de entrenamientos, los chicos de Javi Llorente comenzaron pisando el acelerador.

No pudo tener mejor comienzo el cuadro marinense. Pareció como si todos los defectos del equipo se hubiesen esfumado. Gracias a una defensa sólida y al acierto anotador, el Ence Peixegalego mandaba en el marcador. Los hinchas locales tenían que frotarse los ojos para creer que lo que estaban viendo era real. Su equipo dominaba a otro al que un año atrás no podía pensar ni en tutear.

Con el paso de los minutos, Melilla pareció querer reaccionar. Ott comenzó a encontrar tiros y a afinar puntería y el bloque de la ciudad autónoma se acercó a tres puntos. Era justo el último tramo del primer cuarto y parecía que el rival había cogido carrerilla. Sin embargo, el Peixe apretó los dientes y aprovechó una antideportiva de Álvaro García sobre Simeón. El base no anotó desde el tiro libre, pero su equipo estiró la última posesión. Fue fructífera, porque sobre la bocina, Múgica encontró un triple que mandaba a su equipo por delante (23-17) al segundo cuarto.

Parecía el comienzo ideal, pero lo que sucedió en los diez minutos que precedieron al descanso, lo superó con creces. El Melilla se creía ya lanzado a por la victoria y se encontró a un Peixegalego todavía más correoso. Los jugadores visitantes se obnubilaban ante el aro, mientras que el equipo local celebraba puntos con asiduidad. Miso perdía presencia, pero en cambio la ganaban otros como Ferreiro o Derksen.

El choque se encaminaba al descanso y el Marín seguía con una ventaja cómoda. Pero en los últimos dos minutos dio un golpe que resultó definitivo. Adón apareció en escena para reclamar su cuota de éxito. El jugador más veterano del equipo anotó cinco puntos que ayudaron a su equipo a imponer un parcial de 8-0 para mandar al Melilla doce abajo al descanso. Ni el más optimista de Marín lo hubiese creído antes del choque.

Había que sufrir 20 minutos y se hizo. Aunque menos de lo que se esperaba. El Marín demostró de qué pasta está hecho y en el tercer cuarto logró mantener su estilo para frenar las oleadas melillenses. El bloque pontevedrés llegó a ir ganando por 19 puntos y tan solo el coraje final del Melilla logró apretar el marcador.

No valió de nada. El equipo de Alcoba solo pudo maquillar el resultado y fue el convidado de piedra a la fiesta de Marín, que marcará el día de ayer en letras doradas.