El Pontevedra abrió la temporada con un empate de mérito en el siempre complicado campo del Guijuelo en un partido de claro color chacinero, pero en el que los de Luisito supieron mantenerse con vida en la primera parte, cuando más sufrieron los granates, y jugar sus bazas tras el descanso, momento en el que recuperó fuelle el equipo gallego. Pino adelantó al Guijuelo en el marcador aprovechándose de un fallo visitante en la salida de balón. Ferrer, que salió tras el descanso, puso el empate final con un disparo cruzado.

Los primeros minutos del Pontevedra en el partido fueron para olvidar. El equipo granate no se sintió cómodo en ningún momento y cedió la iniciativa a su rival. Se equivocaron los de Luisito dejando hacer al Guijuelo, pues al equipo chacinero le sirvió para cargarse de confianza y comenzó a gustarse. Sobre todo Jonxa Vidal, quien se convirtió en una pesadilla para la zaga del Pontevedra cada vez que tocó el balón. El mediapunta vasco trajo de cabeza a la zaga granate con su movilidad y continuas caídas a banda.

Un gran Edu

En una de ellas a punto estuvo de llegar el 1-0, pero Edu evitó el mal mayor en una gran intervención de meta que salvó los muebles gallegos. El medio volvió a rozar el gol antes de que se hubieran cumplido los primeros diez minutos de juego. Esta vez, gracias a una extraordinaria jugada de Pino por su lado. El punta apuró hasta línea de fondo y habilitó a su compañero con un precioso centro, pero el cabezazo de Jonxa se encontró, primero con las manos de Edu, y posteriormente con el larguero.

Sólo a partir del cuarto de hora de juego empezó a entrar en calor el Pontevedra. Lo hizo, eso sí, sin estridencias, ya que apenas puso a prueba a Kike, el guardameta del Guijuelo. Sin embargo, los de Luisito recuperaron el control del centro del campo y con ello el del partido. Un disparo de Álex González fue todo el bagaje ofensivo del Pontevedra en ese tramo del choque. El cuadro granate quería, pero no podía, ante un Guijuelo que se empleó a fondo en defensa y apenas concedió espacios. En ataque, además, los chacineros buscaban la velocidad de Adriá Granell, un auténtico peligro que obligaba a la defensa del Pontevedra a vigilar con especial precaución las contras locales.

Balón al travesaño

Antes del descanso el Guijuelo todavía iba a tener una oportunidad clarísima para abrir la lata. En un saque de esquina Álvaro se incorporó l ataque y reventó el balón contra el travesaño con un cabezazo soberbio. La mejor noticia para el Pontevedra hasta entonces era el resultado, ya que no mereció llegar empatado al descanso.

Esa pequeña alegría, no obstante, le iba a durar muy poco, porque apenas cinco minutos después de la reanudación Pino hacía el 1-0 para el Guijuelo en una mala salida de balón granate que aprovechó el punta chacinero para golpear al Pontevedra.

En esta segunda parte el Guijuelo salió con sus líneas mucho más adelantadas, lo que incomodó al Pontevedra a la hora de hacer circular el balón y le provocó muchísimas imprecisiones. A pesar de todo, no tardó en recuperarse del mazazo. Acertó Luisito introduciendo a Ferrer en el campo y el delantero le correspondió anotando el gol del empate con un disparo cruzado que sorprendió a Kike. Al recién llegado le bastaron nueve minutos sobre el terreno de juego del Municipal de Guijuelo para restablecer el empate.

La aparición del punta dio al Pontevedra sus mejores minutos. Aunque sin apabullar, los de Luisito comenzaron a crecer y acercarse al área rival. Las buenas sensaciones estuvieron a punto de concretarse poco después del tanto de Mateu, cuando Añón apareció para cabecear un buen centro de Bonilla y enviar la pelota cerca del poste de la portería de Kike Royo. Cerca, pero fuera. No entró esa ni el disparo posterior de Jacobo, que se marchó alejado, y ocurrió que el control del encuentro quedó perdido, sin dueño.

Correcalles

A partir de ahí el partido se convirtió en un correcalles. A falta de diez minutos, el Municipal pidió penalti sobre Gordillo. El canario pinchó una pelota que llegaba con mucha altura, bailó sobre el balón y cayó ante el acoso de un rival. El árbitro no quiso decretar los once metros, para enfado de la afición chacinera. Poco después, la grada volvió a pedir un penalti por mano tras un remate de cabeza de Jorge Juliá. Al final, el marcador no volvió a moverse.