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El último trago del Pontevedra profesional

Ayer se cumplieron once años del último descenso del Pontevedra desde Segunda División - Un empate en Málaga supuso la pérdida de categoría después de 30 jornadas ocupando los puestos calientes de la liga

Último equipo alineado por el Pontevedra CF en un partido de Segunda División. // G. Santos

Fue un 12 de junio de 2005. El Pontevedra dirigido por Alberto Argibay se jugaba el descenso de categoría en Málaga ante el filial blanquiazul. Los granates luchaban contra corriente después de 30 jornadas ocupando puestos de descenso y con la presión añadida de tener que salvar una categoría a la cual llegaron después de 27 años en los pozos de Segunda División B y Tercera.

Los de Pasarón llegaban a la Costa del Sol con buenas sensaciones después de cinco jornadas consecutivas sin conocer la derrota y en las que habían conseguido doblegar en casa al Celta y empatar contra el Cádiz, ambos equipos que a la postre se convertirían en conjuntos de Primera al consumar sus respectivos ascensos en la última jornada.

Cargados de moral y con el sueño de la permanencia más vivo que nunca, se dispuso el cuadro granate a jugar contra el Málaga B que por aquel entonces dirigía el histórico exculé José Mari Bakero. Para sumar más emoción al duelo, en las filas malacitanas despuntaba un joven valor de la cantera pontevedresa como Diego Castro.

Los locales, también apurados por el fantasma del descenso, fueron los dominadores del encuentro desde un principio, teniendo contra las cuerdas a un aturdido Pontevedra que no obstante logró llegar al descanso con empate. Los de Argibay consiguieron incluso adelantarse en el marcador por medio de Juan Jesús, pero Geijo devolvió pronto las tablas al electrónico, echando por tierra las ilusiones lerezanas y consumando el viaje de ida y vuelta del Pontevedra en Segunda.

Era la cuadragésimo primera jornada de liga y a los de Pasarón todavía les quedaba por disputar un partido más de liga ante su público para cerrar el año. Siete días después, el Salamanca pisaría el estadio pontevedrés en un partido con regusto amargo en que ambos conjuntos llegaban ya como equipos de Segunda B y en el que los Javi Rodríguez, Capdevila, Yobo y compañía se encargaron de esbozar una sonrisa de consuelo en las caras de la afición al cerrar el curso con goleada 4-1.

El Pontevedra abandonó como colista y a tres puntos de la permanencia la categoría de plata del fútbol español. Pero lo hizo de la mejor forma posible, con la cabeza bien alta después de encadenar siete semanas sin conocer la derrota y dejando la sensación entre prensa y aficionados de que al equipo le faltó una semana más para obrar el milagro y sacar la cabeza de los puestos de descenso.

Aquella temporada el club que presidía Nino Mirón fue víctima de un errático segundo tercio de liga en el que llegó a encadenar 18 jornadas sin conocer la victoria. José Aurelio Gay tuvo que dejar paso a Alberto Argibay en el banquillo víctima de ese gran bache de resultados que hizo que el equipo entrase en descenso por primera vez en la undécima jornada después de salir goleado (3-0) en Lleida, unos puestos calientes de los que ya nunca fueron capaces de escapar.

Pese a la mala racha de resultados, el viejo estadio Municipal de Pasarón acogió siempre un gran aspecto durante los partidos de liga, con una media de aficionados que supera ampliamente a las cosechadas en los últimos años y un aspecto en las gradas que solo ha conseguido igualarse con posterioridad durante las fases de ascenso a Segunda o en el pasado ascenso a Segunda B.

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