El Pontevedra nadó miles de kilómetros para morir en la orilla. Después de quedar cuarto en el campeonato regular y de hacer una fase de ascenso en la que eliminó con solvencia a Portugalete y Granadilla, los granates se ven obligados a seguir en Tercera al firmar un insuficiente empate en Puertollano. Dominaron en estos últimos 90 minutos de la eliminatoria y no se rindieron hasta el pitido final, pero la falta de gol les despertó de su sueño para devolverles a una realidad de la que tratan de escapar desde hace tres años.

El Pontevedra llegaba a Puertollano consciente de que su adversario tenía todas las de ganar con esa ventaja de 0-2 en la ida. Manu Fernández y los suyos sabían que a los anfitriones les valía un ejercicio de concentración con una pizca de solidez para redondear una tarde perfecta. Si a eso se le añade un poco de efectividad, la jugada era perfecta. Por eso el Pontevedra quería apelar al factor psicológico apoyándose en vídeos de motivación para intentar la gesta y esperar el fallo del Puertollano. Salió a morder desde el principio y llevó el peso del partido desde los primeros minutos. El Puertollano aguantó las embestidas a base de concentración y contundencia.

Los granates tenían llegada y asumían riesgos en defensa. Pero les costaba culminar jugadas peligrosas. No contaron con grandes oportunidades, si bien, el que las tuvo fue el equipo azul, como una jugada de Rubén Gómez por la derecha que se metió hasta la línea de fondo para meter un pase de la muerte a Hugo. Éste no llegó por unos centímetros, pero fue suficiente para poner en pie a la grada del coliseo minero.

Con el Pontevedra echado arriba, obligado por ese lastre que suponía el resultado del partido de ida, los de Pablo Franco supieron manejar bien esa estrategia sin volverse locos y circulando el balón con tranquilidad. Hugo Díaz fue el mejor de los industriales en la primera mitad por sus continuas carreras y desmarques, pero no encontró el camino para sentenciar la eliminatoria, dejando al Pontevedra una puerta abierta a la esperanza.

En el segundo tiempo, el partido se abrió un poco más que en la primera parte y las ocasiones se sucedieron. El primero en avisar fue Pablo Carnero con un lanzamiento de falta rozando el larguero de la portería de Reguero. Puso la réplica Alexis con un lanzamiento lejano que atrapó Edu sin problemas. De nuevo Alexis y Carnero tuvieron sendas ocasiones, pero tampoco en esta ocasión entraron sus remates a puerta. El Pontevedra respiró tranquilo al ver como una de las ocasiones más claras del encuentro, firmada por José Manuel, se iba fuera.

El partido avanzaba y el Pontevedra se desesperaba con el paso de los minutos, empleando juego directo en busca del empate de la eliminatoria. Era el tramo final de un partido en el que la intención granate era adelantarse para desbaratar los planes locales y que el partido adquiriese otro ritmo. Y, en cambio, fue el Puertollano el que se pudo adelantar en estos últimos compases. Ni Salva ni Javi Pérez fueron capaces de meter el balón tras botar dos faltas peligrosas.

Al final, después de cinco minutos de descuento, la afición local pudo celebrar el regreso del Puertollano, después de dos años, a la categoría de bronce del fútbol español. Una espera menor de la que lleva el Pontevedra, que tendrá que seguir aguardando para volver a la categoría que por historia le corresponde y en la que ha militado más temporadas. La confirmación de que el infierno de la Tercera le acompañará al menos otro año más provocó gestos de desolación y abatimiento entre jugadores, cuerpo técnico y directiva. También entre el casi centenar de seguidores granates que decidió cruzar más de media península para acompañar a los suyos hasta el final.