El Pontevedra está obligado a dar la sorpresa en el campo del Cerrú para conseguir el ansiado ascenso después de tres años en el infierno de la Tercera. Los granates disponen de 90 minutos para enmendar el 0-2 que logró el Puertollano en Pasarón. Un objetivo que se presenta muy exigente pero posible al fin y al cabo. Para conseguirlo Manu Fernández optará por el continuismo, dejando al margen el tropiezo del fin de semana pasado. "Tenemos que apostar por lo que nos ha traído hasta aquí", apunta, descartando grandes revoluciones en este final de temporada.

Los granates necesitan vencer esta tarde por lo menos un 0-3 o 1-3 para dar el salto a Segunda B. Si son capaces de igual el resultado de la ida, al menos forzarán la prórroga. El equipo ha estado preparando tandas de penaltis ante la posibilidad de que el encuentro pueda resolverse de esta manera. Pero sobre todo en lo que más ha insistido en las últimas horas es en el juego a balón parado. Tras desaprovechar numerosas ocasiones el domingo pasado, el plantel confía ahora buena parte de sus posibilidades a la estrategia. Jugadas ensayadas con las que aspiran a destrozar la estadística del conjunto industria, cuyo portero titular tiene una media de goles encajados por partido que ni siquiera llega a 0,5.

El entrenador se ha llevado hasta la urbe manchega a todo el equipo (solo Luismi, recién operado, se ha quedado sin viajar) y esperará a antes del partido para realizar la convocatoria de los 16. De toda la expedición el único que no está en condiciones de jugar es Caco, por su lesión. El resto se puede poner a las órdenes del técnico, que asegura que los escasos cambios, de haberlos, serían para "ajustar algunas cosas". Por lo tanto, siguiendo las palabras de Manu Fernández resulta más que esperable que el once inicial sea muy parecido al escogido para Pasarón y formado por Edu, Adrián, Pablo, Miguel, David Feito, Pedro Crespo, Tubo, Kevin Presa, Fran Fandiño, David Pérez y Pablo Carnero. La apuesta sigue siendo el 4-1-4-1 que lució el plantel tantas jornadas a lo largo de toda la campaña.

"Queremos pulir algunos detalles una vez que hemos visto cómo defiende el Puertollano", apunta el técnico pontevedrés. El equipo trata de ajustarse al actual escenario y también ha estado trabajando teniendo en cuenta otros condicionantes que el Puertollano puede introducir en el encuentro. Sobre todo en lo que se refiere al juego psicológico y de desgaste. "Ellos seguramente intenten jugar con el resultado; aquí jugaron mucho con el tiempo e hicieron muchas pausas", recuerda el técnico. "Supongo que en casa se echarán atrás y jugarán al contragolpe", vaticina Manu Fernández.

Por su parte, en el Puertollano han incidido en repetitivos mensajes a lo largo de la semana. Por un lado, en evitar cualquier exceso de confianza. Los anfitriones son conscientes de que si el Pontevedra marca, el planteamiento del encuentro tendrá que cambiar por completo. Por otro, en conseguir un apoyo máximo por parte de la afición para conseguir el lleno en su estadio. Algo que supondría la presencia de unos 7.000 espectadores. Entre ellos estarán algunas decenas de seguidores pontevedresistas. El club granate fletó un autobús de incondicionales que partió la pasada medianoche para cruzar más de media península y asistir a esta cita.

"Si no encajamos gol, estaremos en Segunda B; si hacemos algún tanto, el rival verá las posibilidades más reducidas y se verá un partido menos duro", explicaba Pablo Franco a lo largo de la semana. El técnico, que no podrá sentarse hoy en el banquillo a causa de la sanción de tres partidos tras su expulsión en Pasarón, ha advertido a los suyos de que "el Pontevedra, con las individualidades que tiene, va a apretar". Además, ha restado importancia al efecto que tenga en el rendimiento de su equipo el tener que dirigirlo desde la grada. "Que no esté en el banquillo no es decisivo, lo importante son los jugadores", ha recalcado. El técnico afirma que los suyos "están muy mentalizados" y confía en que "toda la ciudad" se vuelque con su equipo en el partido de esta tarde.