El atletismo pontevedrés perdió a uno de sus referentes, José María Muradás, una persona muy introvertida pero con un corazón que provoca que muchos de los que fueron sus compañeros en la Sociedad Gimnástica no le vayan a olvidar jamás. Abandonó el deporte que más amaba a mediados de los noventa, por discrepancias de algunos dirigentes que gobernaban en aquel momento ese histórico club, que estaba entre los mejores a nivel nacional.

Los que le conocían bien, un pelotón de personas inacabable, ya que era amigo de todos, le echarán de menos, pues siempre estaba dispuesto a colaborar por realizar una acción que le pareciese interesante para cualquier colectivo que lo necesitase.

"Realizó varias facetas en el club. Primero fue atleta, posteriormente, y debido a los muchos conocimientos que tenía de este deporte se convirtió en entrenador nacional, eso le permitió entrenar a deportistas del nivel de Gonzalo Méndez, Chus Sanguos, Carlos Ferrer, José Antonio Pardal o López Viñas, que mas tarde se convirtieron en sus alumnos preferidos, ya que la mayoría pasó a ejercer de la función de técnico", recuerda el actual vicepresidente del club, Juan Romero.

El dirigente considera que "era poco hablador, solo se dedicaba a entrenar, pero con cosas muy novedosas, algo que todavía no conocían otros entrenadores. Era la esencia de la Gimnástica en un momento muy complicado, su trabajo en el club relanzó de nuevo al club, pues se estaba muriendo".

A nivel personal, Romero señala que "era superinteligentísimo, en todas las facetas. Había trabajado seis o siete años en Tafisa, pero le surgió la posibilidad de presentarse a unas oposiciones del Banco Exterior de España. Comparecieron cerca de mil, pero al final el número uno fue él, lo que refleja que era muy listo".

El actual entrenador de las escuelas municipales de la Diputación en la modalidad de marcha, Pardal le recordaba como "un padre para todos nosotros. Como entrenador todos los recuerdos que tengo de él son muy buenos, fue una época fantástica, pero a nivel personal habría que darle sobre una puntuación de diez, un veinte, ya que siempre estaba dispuesto a echarte una mano".

Afirma que "creo que todos los que pasamos por sus manos le debemos algún favor, sea a nivel de estudios o a nivel laboral, ya que a algunos les ayudó a lograr puestos de trabajo, y alguno de ellos le defraudó con el paso del tiempo".

"La mayoría de los que ejercemos ahora de técnicos, Juan Ibusiza, Salvador Domínguez, Sabino y Santi Ferrer, López Viñas, José Ligero, Manolo Arias o yo mismo hemos aprendido mucho de sus conocimientos, era el mejor de todos", afirma Pardal.

El técnico añade que "su premisa era la misma siempre, que en el club se respetase a los técnicos y los atletas, en aquella Sociedad Gimnástica que tanto amaba, para él era su casa. Al final acabó quemado en su etapa en la Gimnástica, nunca quiso saber nada más".

En relación a su marcha del club, Pardal señala que "creo que lo hizo porque tenía discrepancias con varios directivos y entrenadores del club. Eso le llevó a dejarlo todos después de muchos años de trabajo".