El Pontevedra encendió demasiado tarde los motores y al final le faltó tiempo para conseguir los tres puntos ante el Somozas. En los últimos 25 minutos demostró el potencial de su capacidad de reacción y marcó los dos goles del empate que le permiten mantenerse en la clasificación prácticamente como hasta ahora. Santi Domínguez, de penalti, y Stefan pusieron la igualdad en el marcador en una cita que vivió momento de especial tensión entre jugadores y aficionados.

Los granates se encontraron muy pronto con un escenario adverso. La rapidez de Rubén por la banda derecha sorprendió a la defensa, de modo que pudo llegar con facilidad al área granate. Allí dio un centro retrasado para Emilio y éste, de bolea, anotó el 1-0 cuando solo habían transcurrido 8 minutos de partido. El tanto les dejó noqueado y en la primera media hora de encuentro se les vio sometidos al adversario.

El único disparo entre los palos lo realizó Santi Domínguez en el minuto 11. El equipo era incapaz de encontrarse cómodo en el municipal de Pardiñas. A pesar de que en el conjunto titular estaban finalmente Cristóbal Juncal e Iago Paz, de cuya presencia se dudó a lo largo de la semana ante sus molestias físicas, daba la impresión que el once de gala se había olvidad de cómo fabricar jugadas peligrosas. Su motor estaba averiado, incapaz de mantener un rendimiento alto de manera continuada.

Fue solo a medida que la cita se acercaba al descanso cuando los de Milo Abelleira empezaron a ejercer mayor presión sobre la portería de Paco. Pero la falta de ideas reducía las posibilidades de firmar la igualada a la estrategia. El Somozas, por el momento, era el que estaba sobreponiéndose a sus complejos. Y es que el duelo medía a un equipo sobre el que pesa la etiqueta de mal anfitrión contra otra que trata de quitarse la de flojo visitante.

El que todavía es el vigente pichichi de Tercera fue en As Somozas el que más acertado estuvo en el área durante el primer tiempo. De hecho, Santi Domínguez estuvo muy cerca de lograr el empate en el minuto 43, con un disparo raso y en diagonal, desde la derecha de la esquina del área pequeña, que el cancerbero local envió fuera.

De todos modos, los verdiblancos, conscientes de que la victoria era la única opción para avivar su lucha por el play off, no se conformó con el 1-0. Tras la reanudación mantuvo el orden que le caracterizó hasta entonces y fue capaz de seguir metiendo miedo en el cuerpo del Pontevedra. Mientras, éste confiaba en Jacobo como comodín. El extremo derecho dio tres avisos a la zaga granate. En el último de ellos, dando un pase en profundidad a Iago Paz, éste recibió falta. Pero el colegiado mandó continuar pese a que el penalti era evidente.

Las cosas se pusieron más cuesta arriba poco después. Los visitantes recibieron otro varapalo cuando más entregados estaban a en busca de la remontada. Rubén, que fue clave en el primer gol local, anotó el segundo, picando de cabeza un balón que llegaba desde la derecha por medio de Jesu. Era el minuto 64 y a Abelleira y los suyos les quedaban solo 26 minutos para tratar de lavar su imagen y ponerle remedio a la posibilidad de marcharse con las manos vacías.

En esta ya recta final en la lucha por los puestos de play off a los que ambos contendientes aspiran, el Pontevedra aceleró y cogió la velocidad de crucero que debería haber tenido desde el principio. Empezó a acosar al área de Paco y en el minuto 69 la zaga local recurrió a una mano para tratar de parar la ofensiva. Esta vez el árbitro sí que pitó penalti y Santi Domínguez fue el encargo de reducir las distancias.

A partir de ahí, el Pontevedra intensificó su dominio, sabedor de que en comparación con el rival, las dinámicas eran opuestas. Los pontevedreses llegaban totalmente enganchados a este último tramo, todo lo contrario que los hombres de Míchel Alonso.

En el partido se fue incrementando la agresividad y la polémica. Y fue en un dudoso saque de esquina botado por Santi Domínguez cuando Stefan, en carrera y de cabeza, igualó a dos tantos en el minuto 88. El gol cayó como una losa sobre un equipo que se vio por delante durante la mayor parte de los 90 minutos. La controversia pasó del campo a la grada y también, al término del choque, al exterior del recinto donde familiares de jugadores y aficionados de uno y otro equipo casi tienen algo más que palabras. Los autores de los tantos pontevedreses fueron los encargados de mediar.