Los jugadores del Pontevedra se han hartado de las promesas y han decidido echar el primer pulso a los responsables del club. Tras casi cuatro meses sin cobrar y con una situación económica que en algunos casos resulta desesperada, la plantilla ha comunicado que mientras se continúe sin solución se entrenará un día menos a la semana. El coste de los desplazamientos de parte de los futbolistas a Pontevedra (desde Porriño, Bueu o Padrón, entre otros municipios) resulta cada vez más difícil de asumir, de modo que se ha tomado esta decisión.

El equipo, con los capitanes al frente, así se lo hizo saber a Milo Abelleira durante la sesión de trabajo de ayer. La medida es efectiva desde hoy mismo y continuará hasta que se produzca algún cambio en el pago de las nóminas. "Mentres esteamos sen cobrar seguiremos así, porque a situación está fastidiada para todos; non hai nin un 'duro' e a xente ten que facer quilómetros para vir a adestrar", indica Caco. Asegura que el entrenador granate "entende a situación dos xogadores" y que no puso objeciones a la medida, pero de todos modos el central expresa que hubiese apoyo o no del cuerpo técnico, esto seguiría adelante. "Tampouco demos outra opción; tal e como estamos, algo había que facer", sostiene.

Los jugadores del Pontevedra se suelen entrenar, dependiendo de la semana, cuatro o cinco veces. Por lo tanto, ahora pasarán a hacerlo tres o cuatro. Al menos mientras el pago de los salarios se siga retrasando. "O ano pasado as nóminas eran maiores e neste baixouse o presuposto un 50 por cento", apunta Caco en referencia a las cantidades a las que ya han renunciado los pocos que se quedaron. "Estar máis de tres meses sen cobrar é fastidiado", lamenta, si bien admite que "sabiamos que era algo que podía chegar a acontecer".

Por el momento las acciones de los jugadores se quedarán ahí, a la espera de que el club mueva ficha. En cualquier caso, por ahora parecen no entrar en los planes de la plantilla posibilidades más contundentes como las que se produjeron hace ahora algo más de dos años. Entonces, aún en Segunda División B, el equipo se plantó ante sus dificultades económicas tras también cuatro meses sin cobrar. Iniciaron una huelga en la que amenazaban con no presentarse ante el Vecindario. El acuerdo con la directiva permitió desconvocar el paro.