El peor Celta de la temporada, el más acomodaticio e insustancial, asomó ayer en plenitud en Butarque con una derrota cum laude que complica notablemente sus opciones de pelear por Europa justo en el momento en que el horizonte parecía despejarse de nubarrones. Batacazo en toda regla del conjunto de Unzué, que se vio superado de cabo a rabo por un rival en tierra de nadie, al que prácticamente nada le iba en el envite y que parecía que era el que realmente se estaba jugando los cuartos. Solo la estelar actuación de Sergio, formidable de nuevo bajo el travesaño, permitió al equipo vigués esquivar la goleada y el ridículo.

El partido deja secuelas en una jornada sumamente propicia para pegar un acelerón en la apretada carrera europea. La derrota del Girona la víspera y el empate firmado unas horas antes entre el Villarreal y el Sevilla ponía en bandeja al Celta la ocasión perfecta para ganar terreno en la carrera por la Europa League antes de recibir este semana al Barcelona y el Valencia en Balaídos. Lejos de ello, el cuadro celeste mantiene su desventaja frente al Girona, aumenta en un punto la distancia con el Sevilla y el Villarreal y ve como el Betis pone pies en polvorosa. Para colmo de males, Pablo Hernández y Hugo Mallo, los dos jugadores que estaban apercibidos, vieron tarjeta amarilla y no podrán jugar este martes frente a los azulgranas.

Las cosas se torcieron desde la misma alineación. Aunque la víspera Unzué proclamó que solo un ciego no vería que el Celta es mejor con Iago Aspas y Maxi Gómez jugando juntos, el técnico decidió contradecirse a sí mismo y prescindió del delantero uruguayo, ausente por sanción frente al Sevilla, para repetir con el moañés como nueve y el mosense en la banda derecha, casi como segundo punta.

Tan sorprendente apuesta resultó fallida. A pesar de que Brais pudo inaugurar el marcador en una acción mal anulada por fuera de juego, fue el Leganés el que enseguida llevó el partido a su terreno. El primer aviso lo dio El Zhar. El marroquí aprovechó la falta de intensidad de Cabral en el marcaje para plantarse solo ante Sergio, pero cruzó en exceso el disparo antes de que el portero celeste pudiese siquiera pestañear. La fortuna sonreía al Celta, pero no por mucho tiempo.

El equipo celeste replicó en la única intervención de mérito de Iago Aspas en todo el partido. La jugada la originó Sisto, uno de los pocos que se salvó de la quema. El danés puso un gran centro al cogollo del área que el goleador céltico peinó con malicia, abajo, aunque demasiado centrado. Cuéllar respondió evitando el gol con una gran mano.

La ocasión de Aspas no fue más que un espejismo de lo que se venía encima. El Leganés apretó en cancha celeste, cerró con eficacia las líneas de pase, y ganó la pelota con facilidad. Los de Garitano llevaron el partido al terreno que más le convenía, cercenando continuamente los intentos del Celta de jugar en corto, y explotaron con eficacia el recurso de las bandas con centros laterales contra el portería de Sergio que generaron muchos quebraderos de cabeza a las defensa. Las ocasiones se fueron sucediendo. Rico probó fortuna desde lejos, un disparo de Guerrero se perdió por la línea de fondo cerca de la madera y Omar Ramos probó fortuna a balón parado. Fue sin embargo Siovas el que rondó el gol. El gigantón griego aprovechó la laxitud en el marcaje de la zaga celeste para descerrajar un testarazo que Sergio sacó con paradón.

En plena debacle, con el Celta atrincherado en su campo, el Gato volvió a rescatar al equipo vigués despejando un envenenado remate de Zaldúa tras una excelente jugada personal del lateral vasco, que le pegó raso obligando al portero a una imponente estirada. Otra mano salvadora.

El paso por la ducha no mejoró a los celestes tras el intervalo. Unzué reaccionó sustituyendo a Brais por Maxi, un cambio extraño porque el chico no había realizado tan mal papel y que parecía señalarle como responsable del mal primer tiempo firmado por el equipo.

La entrada de Maxi no ayudó gran cosa. Al menos en los primeros minutos de la reanudación, que comenzó con otra buena parada de Sergio, esta vez volando para despejar a la esquina un trallazo de Diego Rico.

Pero el mayor problema es que el Celta era incapaz de armar una sola jugada, ni siquiera el sencillo recurso de buscar a Maxi con balones largos funcionó. El Leganés vivió campo celeste, apretó con intensidad en el quite y manejó el balón con aplomo, sin adornos, pero con eficiencia y toda la ambición que le faltó al Celta.

Los celestes solo se asomaron al área de Cuéllar a balón parado. Sergi Gómez aprovechó uno de los pocos errores de marcaje de la defensa pepinera para entrar al remate al segundo palo pero su disparo no encontró puerta. Un espejismo. Una incómoda cesión de Jonny salvada in extremis por Sergio preludió el gol del Leganés. Lo anotó pasada la hora de juego Miguel Ángel Guerrero después de una gran acción de El Zhar. El marroquí se merendó a Jonny, ganó el lateral del área céltica y centró con precisión al primer palo para que el delantero toledano empujase la pelota al fondo de la red. A continuación, no mucho después de sacar de centro, Sergio atrapó un remate de cabeza de Guerrero, hurtándole el segundo.

El Celta era para entonces una sombra de sí mismo, un equipo desangelado, sin alma ni amor propio. Solo en el último instante, en un inusual destello de autoestima apareció Wass, que aprovechó una buena prolongación de cabeza de Maxi para plantarse solo ante Cuéllar. El danés hizo un buen control con el pecho en carrera pero la pelota le cayó a la pierna izquierda y el remate se fue a las manos de Cuéllar.

No hubo más. Bueno, una última acción salvadora de Sergio, esta vez frente a Darko Brasanac, que había ingresado en el campo por Eraso y sirvió para evitar que el enésimo batacazo fuera de casa derivase en esperpento.