El Celta se aproxima a un momento crucial en su historia. El presidente, Carlos Mouriño, ha ordenado a su equipo acelerar el proceso de venta de la entidad. Cualquier otra alternativa, a día de hoy, está descartada. Son tres las ofertas de compra que Mouriño tiene sobre la mesa, pero la más avanzada y consistente es la de un holding chino participado en bolsa de cuya matriz dependen más de 200 empresas de diferentes actividades.

La negociación con este grupo chino, que se encuentra muy avanzada, pasará ahora a la fase definitiva del detalle. De superarse las últimas diferencias que pudieran existir el presidente celeste tomaría la decisión final de vender. La operación podría superar los 100 millones de euros y quedar cerrada antes incluso de fin de año.

Carlos Mouriño llevaba varios meses meditando su salida del club después de que los proyectos que más le motivaban, singularmente la construcción de una nueva ciudad deportiva, quedasen bloqueados. Fue el día 8 de septiembre cuando expuso públicamente la encrucijada a la que se enfrentaba.

Tiempo agotado

Mouriño había concluido que su tiempo como presidente se había agotado. En esta tesitura se le presentaban tres alternativas: que uno de sus dos hijos, Carlos o Marián, quisiese asumir el cargo; el nombramiento de un presidente ejecutivo, dado que Antonio Chaves, el actual director general, su candidato ideal, se autodescartaba; o la venta. Ya en ese momento disponía de dos ofertas, la del holding chino y la de un grupo inversor estadounidense, del que no se descarta que tenga presencia china en su composición.

Lo que ha sucedido desde entonces, y también en realidad lo que no ha sucedido, determina que Mouriño conceda ya absoluta prioridad a la venta al holding chino. Los hijos del presidente, asentados en México al frente de los negocios del grupo familiar, le han comunicado a su padre que descartan mudarse a Vigo para asumir el mando del Celta. De Chaves ya se sabía que había vinculado su permanencia en el club a la del propio Mouriño -el grovense tiene un amplio abanico de posibilidades laborales, varias de ellas vinculadas al fútbol, con traslado a Madrid-. Mouriño estuvo valorando si fichar a un presidente ejecutivo ligado estrechamente al mundo del fútbol, pero finalmente también lo ha desechado para optar por el proceso de venta.

De cuajar la venta, serán en todo caso los nuevos propietarios chinos los que escogerán a los gestores que se encargarán de manejar el club en los asuntos diarios. Antes, los compradores procederán a examinar minuciosamente todos los componentes del patrimonio céltico y su plan de negocio: valor de la plantilla, el convenio de uso de Balaídos y otras instalaciones, la sede como principal y casi único bien inmueble... A partir de ahí concretarán su oferta de compra definitiva, aunque las cifras no estarán por debajo los 100 millones de euros, una línea roja trazada por Carlos Mouriño para que el proceso se consume.

En cuanto al calendario concreto, depende más de cuestiones mercantiles que deportivas, pero las fuentes consideran que todo podría quedar acordado antes incluso de fin de año. Aunque pudiera parecer más conveniente efectuar el traspaso de poderes con la temporada concluida, para que ningún asunto interfiera en la marcha del primer equipo -de cuya situación en Primera División depende en gran medida la valoración del club-, no siempre ocurre así. El Espanyol, por ejemplo, fue adquirido por Chen Yansheng y su Rastar Group a finales de noviembre de 2015 y la firma efectiva se produjo a mediados de enero de este año. Eso permitió que Rastar Group pudiese ya maniobrar en el mercado invernal.

Además de estas dos ofertas presentadas formalmente, al club ha llegado la de un fondo venezolano después de que el presidente abriese públicamente la puerta a la venta. Sin embargo, ningún pretendiente ni de Vigo ni de Galicia ha hecho llegar ninguna propuesta para hacerse con el Celta hasta el momento.