Manuel Míguez Júnior nos recibe humildemente en el gimnasio que regenta con su padre con el cinturón del campeonato de Europa detrás del mostrador, aún sin sitio en la pared. Hijo de luchador, acepta su extensión Jr. para diferenciarse de su progenitor, "un icono del kick-boxing en Ourense", afirma orgulloso el pupilo. Sin casi tiempo para celebrar el campeonato de Europa, se sienta en la que es su segunda casa y su lugar de trabajo, el ring, para conversar con nosotros de combate, un cara a cara, pero amistoso.

- ¿A qué edad le entra el gusanillo por esto del combate?

- A los tres años empecé a entrenar en kárate hasta los 13. Después, me dediqué a jugar al fútbol y, a los 17, volví al gimnasio. Después de un parón durante un año, que tuve que ir a México a trabajar, decidí ponerme a entrenar durante seis meses seguidos y ya debuté en kick-boxing.

- ¿Qué pensaron sus padres cuando decidió dedicarte al kick-boxing?

- Ninguno de los dos quería que peleara. Mi padre me decía, cuando yo era pequeño, que pelease en 'light', que en esa modalidad no hay KO. A raíz de un campeonato de España de light contact en el que me pusieron la cara? Fue el combate en el que más me pegaron, sin duda ninguna. Al volver de A Coruña, donde combatí, le dije cabreadísimo a mi padre que no volvía a competir en light; si me quieren pegar, que yo también pueda pegar.

- ¿Ha tenido miedo en alguna ocasión sobre el ring?

- Miedo no, pero sí respeto. La final del último campeonato fue un combate de los que más respeto me dio. Sabía que era un luchador veterano, de 34 años, con muchos combates profesionales y sabía que su pegada era muy fuerte. Realmente, me pegan mucho más fuerte en el gimnasio que en el ring, ya que entreno con gente de peso muy superior al mío y al de mis rivales.

- Hablando de peso. ¿Es difícil mantenerse en el peso ideal para llegar a la competición entre las marcas indicadas?

- Tienes que conocer mucho tu cuerpo. Yo me peso a la mañana, a mediodía y a la noche; llego hasta tal punto de pesarme antes y después de comer. Peso la comida también. Pero no me cuesta, no me agobia.

- Su padre fue un reconocido luchador y usted ha querido seguir sus pasos. ¿Le recomendaría a sus hijos continuar el legado?

- Hoy, creo que sí, me haría ilusión. El día que tenga un hijo, ya no lo sé. A lo mejor digo que no. Sufriría yo más que él, que es lo que le pasa ahora a mi padre conmigo.

- ¿Recomienda el kick-boxing en edades tempranas?

- No me gusta el kick-boxing para niños a nivel competición. Una patada es una patada, y en niños de 7 años? Los niños no controlan, pueden hacerse daño sin darse cuenta. A nivel entrenamiento, está muy bien.

- ¿La sombra de su padre Manuel es alargada?

- Lo llevo muy bien. La gente siempre espera más de ti por ser hijo de quien eres, tienes que dar más.

- ¿Qué se le pasa por la cabeza cuando está a punto de ser derrotado?

- Pienso en tirarlo todo, en darlo todo en todos los combates, y si caigo, caigo. Cuando estoy a punto de ganar o perder, tiro para adelante.

- ¿A qué sabe la victoria en un campeonato?

- Es el trabajo del día a día en el gimnasio con tus compañeros, que te arropan y ayudan. Un campeón no se hace solo. Sin ellos, yo no tendría nada. Es un premio de todos y gracias a todos.

- ¿De quién se acuerda cuando gana?

- De mi madre y de la gente con la que entreno. Los que están en el día a día conmigo.

- ¿Se aprende más de la victoria o de la derrota?

- De la derrota. Mis vídeos de victorias los veo tres o cuatro veces; los vídeos de combates en los que pierdo los veo, mínimo, diez veces.

- ¿Cuál es el mejor recuerdo en su trayectoria?

- La celebración con mi padre encima del ring tras la victoria en el último campeonato de Europa. Supo muchísimo mejor por ser en casa del rival. Lo tomas de otra manera. Cuando compito en Ourense, estoy acostumbrado a que la gente me anime a mí. Cuando estaba allí, en el último asalto, y la gente gritando mi nombre? Fue espectacular.

- ¿Le motiva más pelear con el público en contra?

- Me gusta mucho pelear en casa, con el público a favor. Tienes presión también, ya que tu público te exige mucho más que el de fuera.

- ¿Es supersticioso?

- Algo sí. Siempre salgo al ring con una capa hecha por mi abuela bordada con todos los nombres de mi familia. Me siento arropado con ella, me gusta salir así. Es como un amuleto.

- ¿Tiene alguna forma de motivación?

- El trabajo diario. Con confianza, no hace falta motivación.

- ¿A quién o a qué le daría un golpe en su vida?

- A los abusos entre personas, de autoridad y en general.

- ¿Cuál fue el golpe más duro que ha recibido?

- La pérdida de mi perro por Leishmaniosis. Lo tuve durante ocho años. Fue un golpe duro.

- ¿Qué le aporta el kick-boxing?

- Satisfacción. El trabajo del día a día es lo que te da las victorias.

- ¿Qué valores se transmiten en este deporte?

- La humildad, el respeto y el sacrificio. La humildad es muy importante; cuando eres campeón, todos se acuerdan de ti, pero luego?

- ¿Incluiría el kick-boxing entre los deportes olímpicos?

- Sería muy importante para paliar los problemas entre federaciones; hay muchas. Es por esto por lo que el boxeo es olímpico: las federaciones están definidas, no como en el kick-boxing. Le falta una estructura determinada.