El Celta despide su gira de pretemporada en Uruguay con una derrota ante el Nacional de Montevideo en un duelo desigual, que el conjunto vigués afrontó con un once repleto de chavales del filial y el equipo de Martín Lasarte, el extécnico de la Real Sociedad, abordó con todo su elenco titular. En este desnivelado contexto, la inexperiencia condenó al equipo de Berizzo, que trató de ser fiel a las señas de identidad que el técnico argentino ha imprimido al equipo celeste en las últimas dos temporadas y pagó una enorme factura por una sucesión de errores imputables a la candidez de un puñado de chavales a quienes, pese a todo, hay que agradecerles la intensidad que pusieron en la pelea frente a futbolistas mucho más experimentados. Seba Fernández, tras un despiste de David Costas, y Leandro Barcia, después de una ingenua pérdida de balón de Borja Fernández en medio campo, sentenciaron un encuentro que Sergio impidió que concluyese en goleada con un catálogo de paradas.

Tras el esfuerzo realizado por los titulares frente al Deportivo, arrancó Berizzo con un once de escaso empaque, con media docena de canteranos en su filas. Un grupo casi imberbe -solo Sergio y Planas superaban los 23 años- en el que el técnico céltico incluyó a José Naranjo y Álvaro Lemos, los dos fichajes que han viajado a Uruguay. Todo un desafío para los chicos, que medían sus fuerzas a un rival avezado, con mucha gente por encima de la treintena, con el agravante de que Martín Lasarte, el técnico del Nacional, desplegó un conjunto no se diferenciará mucho del que iniciará el mes próximo la liga uruguaya.

Con tan tiernos mimbres, mostró el Celta cuando menos personalidad. El equipo vigués reclamó la pelota y trato de acercarse a los dominios de Esteban Conde, el arquero tricolor, elaborando jugadas desde la propia defensa. Y no empezaron mal los chavales que, bajo la dirección de un entonado Borja Fernández, circularon el balón con fluidez y mantuvieron en los primeros minutos la iniciativa, aunque sin aproximarse con peligro al área charrúa. El primer remate contra la portería charrúa lo ensayó Brais, una de las sorpresas más agradables de esta pretemporada, pero el balón se perdió por la línea de fondo tras pegar un contrario.

En esta fase inicial del encuentro dominó el Celta el juego sin filo, frente a un oponente que cerró los espacios ocupó bien el campo y no tardó en sacar tajada de la inexperiencia de los célticos.

Tras un primer tímido ensayo de Ramírez que se perdió por encima del portal de Sergio, fue Seba Fernández, uno de los fichajes incorporados este verano por el Nacional, el que puso el partido patas arriba tras un grueso despiste de David Costas. El atacante charrúa rebañó por detrás la pelota al central céltico y se plantó frente a frente ante Sergio, que no pudo detener el remate raso y ajustado al palo que Fernández convirtió en el primer gol (minuto 21).

El Celta acusó el tanto y nada más sacar de centro pudo recibir el segundo en otra pérdida de balón. Felizmente para el conjunto de Berizzo, Sergio conjuró el peligro con un paradón.

Pero para entonces el campo ya se había inclinado en favor del Nacional, que aprovechó el desconcierto céltico para hacerse con el mando de partido y poner, diez minutos después, tierra de por medio con un segundo gol que dejó al Celta en precario. Fue tras un perdida de balón de Borja Fernández en medio campo que dejó a Barcia mano a mano contra Sergio. El delantero del Nacional galopó en solitario hasta el balcón del área y superó en la salida al Gato.

Berizzo reaccionó al gol cambiando a Radoja - el serbio fue de los pocos que disputó completo el derbi contra el Deportivo- por Pape e intercambiando de banda a Bongonda, que se perdió a pierna cambiada en el costado derecho. Naranjo se desplazó a la media punta y Brais ocupó el flanco derecho. El movimiento de piezas mejoró al Celta, que protagonizó sus dos mejores jugadas de ataque en el primer tiempo: un buen balón de Lemos que Bongonda no controló en el cogollo del área y otro buen balón que el extremo belga envió por encima el portal de Esteban Conde tras recibir un buen centro de Planas. Brais lo intentó luego con disparo manso, al centro de la portería, que el meta charrúa atrapó sin esforzarse.

Las mejor acción ofensiva del Celta llegó tras el intervalo, antes de que Berizzo hiciese ingresar en el campo a la mayoría de los pesos pesados del equipo. La protagonizó el Brais Méndez, que filtró al corazón del área un regalo que ni Borja Iglesias, con todo a favor, ni luego Bongonda consiguieron convertir en gol.

Con el paso de los minutos, Berizzo echó mano de sus titulares que, poco a poco, fueron dando mayor empaque al equipo. Antes, Sergio evitó que el Celta saliese goleado con tres intervenciones casi consecutivas de gran mérito. El cancerbero celeste desvió primero en precario a córner un peligroso remate de Seba Fernández, sacó luego un disparo con marchamo de gol a Barcia y desvió finalmente con la manopla un envenenado lanzamiento de falta de Victorino.

Poco a poco, Berizzo fue dando entrada a sus titulares. Primero Aspas y Drazic y más tarde Wass, Sergi Gómez y Hugo Mallo, que ocupó una inédita posición en el centro del campo. Lasarte también realizó el carrusel de cambios habitual en este tipo de encuentros y el choque comenzó a inclinarse hacia el lado de los celestes.

El Celta recuperó la pelota pero con un dominio yermo, sin filo, que no causó demasiados problemas a la ordenada defensa rival. Con todo, el conjunto vigués fue capaz de generar en el tramo final del partido un par de ocasiones muy claras que podrían haberle permitido acercarse al menos al empate. La primera llegada diáfana la protagonizó Aspas, que puso a prueba lo s reflejos de Esteban Conde con peligroso disparo que el meta de Nacional desvió a córner con una gran parada. La más clara, sin embargo, la tuvo Drazic tras un perfecto servicio que el moañés filtró al cogollo del área y que el serbio dilapidó de forma incomprensible. El partido, pese a la derrota, no deja malas sensaciones, pues ha servido a buenos propósitos: la adaptación de los nuevos fichajes, Lemos y Naranjo, que disputaron los 90 minutos, el crecimiento de los más jóvenes y la puesta a punto de un grupo que, al menos, tiene claro a qué juega.