- ¿La erudición también siente los colores?

- Yo no disfruto del fútbol como los fans, pero hay que hacer distinción entre el hooligan, el espectador y el amante del fútbol. El fan no es un amante del fútbol, es como un drogadicto. No disfruta de la droga, la necesita. Del fútbol disfruta realmente el que tiene un equipo pero no se deja dominar por la pasión que le lleva a pedir que le rompan las piernas al adversario. Ahora bien, hace falta ser defensor de un equipo para poder disfrutar. Cuando voy al campo, como un estudioso del fútbol, y lo veo con distancia, evidentemente no disfruto como los que están a mi lado gritándome y me cogen del hombro aunque nunca me hayan visto.

- ¿Ha gritado gol alguna vez?

- Por supuesto. Y me he lamentado cuando pitaron un penalti contra el equipo que yo defendía. Es un espectáculo fenomenal, el más popular, y cuando hablo con gente aficionada al teatro, o al cine, que a mí también me encantan, y me dicen que el fútbol es una tontería les digo, no, un momento. ¿Entonces yo no soy nadie, que voy al cine, al teatro y al fútbol? Uno debería estar abierto a todo aquello que le puede gustar, que le abre el mundo y que le puede causar placer.

- ¿Ha percibido un fútbol muy pervertido en el proceso de elaboración de su libro?

- El fútbol es un deporte apasionante. Las estrellas de los estadios son verdaderos atletas. Algunos de ellos tienen una inteligencia emocional y deportiva extraordinaria, digna de admiración. Eso es lo que nosotros vemos en el campo, pero lo que no se ve, lo que se cuece en los despachos, como esos escándalos de la FIFA con la organización de los grandes campeonatos y la elección de las sedes, no solo no tienen nada de deportivo, sino que son lo más antideportivo y, a veces, la más manifiesta exhibición de la corrupción. Ellos, que no juegan al fútbol ni nunca jugaron, se sirven y manipulan el deporte del fútbol.

- ¿A quién le gustará más el libro, al futbolero o al que no lo es?

- El futbolero verá de manera expresa lo que siente él, se verá como en un espejo leyendo una buena parte del libro porque, entre los propósitos del autor, está dejar en cueros las gradas de un estadio viendo un partido de fútbol. El no futbolero podrá conocer a fondo la trastienda del fútbol, lo que hay detrás, lo que mueve en gran medida el fútbol y que el gran público no sabe. Esto también es válido obviamente para el futbolero, pero hay cosas que agradarán mucho más al no futbolero porque al que le gusta mucho el fútbol verá que todo aquello que cree puro y extraordinario, todo aquello que le motiva, no es tan cristalino.

- ¿Los malos ejemplos del fútbol han solapado los buenos?

- Es un riesgo que se ha convertido en realidad. Muchas veces se culpa a los futbolistas, se les trata de traidores, de negociantes, que van allí donde le pagan más. Evidentemente, para ellos el fútbol es un trabajo. Es su profesión y cualquier profesional busca, además de realizar su trabajo cómodamente, percibir una remuneración digna. También hay excepciones, como el caso de científicos apasionados por la investigación que normalmente no buscan la remuneración sino las mejores condiciones para desarrollar sus trabajos.

- ¿Le parece cruel el término mercenario?

- No los creo mercenarios. En todo caso, lo son aquellos que a base de talonario construyen un equipo exclusivamente para su mayor gloria y honra. ¿Qué le debe un polonés al Barça o al Madrid, al Celta o al Dépor? Le están pagando, pero otro equipo al que se vaya también le va a pagar. Los presidentes de los equipos, aunque no cobren, no están ahí gratuitamente. Lo están por la gloria con que son retribuidos por el hecho de presidir un equipo famoso.

- ¿Por qué el fútbol lleva del drama a la euforia tan rápidamente?

- Dramatizamos precisamente porque un partido de fútbol hoy es seguramente la mejor ocasión para hacer saltar y poner a flor de piel las emociones, los instintos y los sentimientos más profundos del ser humano. Por eso, aún sin pretenderlo expresamente, los medios de comunicación, y sobre todo los políticos, cuando quieren manipular esos sentimientos, utilizan el fútbol. Para eso lo dramatizan. El fútbol en sí mismo es un drama y, si queremos hacer una comparación por ejemplo con la literatura, donde podríamos encontrar la mejor guía para entender el fútbol es en la tragedia griega y la comedia clásica. Son realmente la grada de un partido de fútbol, un espejo de la sociedad. Ahí se ve lo tragicómico de la vida al ser ocasión para despertar los sentimientos. El fútbol es la ocasión más oportuna para aplicar mecanismos de manipulación de masas.

- ¿Fútbol y patria son peligrosos compañeros de viaje?

- Sobre todo para el fútbol, porque otros deportes que exigen tanto o más esfuerzo reciben atención en unos Juegos Olímpicos, en un campeonato mundial y nada más. El fútbol representa la tragicomedia de la vida mejor que ningún otro. En cuestión de política, se manipula y, los que más lo han hecho, son los nacionalistas. No se le escapa a nadie lo que ha pasado con el Barcelona, un buque insignia del nacionalismo catalán.

- ¿Le hace daño al fútbol ese debate diario que suscita?

- Es que el fútbol ha suplido el calendario litúrgico. Las grandes fiestas civiles están tomadas del calendario litúrgico y hoy, para una enorme cantidad de gente, ese calendario ha dejado de tener importancia porque sus únicas referencias temporales son los calendarios de la Liga, de la Champions y de los campeonatos de verano. Y ahí, no exactamente los clubes, sino los que manejan el fútbol, las televisiones, han sido verdaderamente inteligentes. Han llenado el calendario de referencias futbolísticas. Para mucha gente, las únicas referencias hoy están en el calendario de la participación de su equipo y los estadios en los que juega. Preparar el viaje, reservar el hotel. Conocemos gentes que condicionan sus vacaciones, sus días libres, para seguir a su equipo. Esto ocurría antes con los cantantes, cuando The Boss o los Rolling iniciaban una gira, se escogían las vacaciones para seguirles.