El Ourense se extingue pero el esperpento continúa. A primera hora de ayer, dos agentes de la Policía Local se presentaron en el estadio de O Couto con una orden judicial para identificar a los jugadores, entrenadores y empleados que el pasado 24 de abril recorrieron los centros de trabajo y los negocios del presidente, el vicepresidente y el director general del Ourense para entregarles una petición por escrito de dimisión.

Dado que hace un mes y medio que el equipo se fue de vacaciones, el gerente del club, Raúl Rois, tuvo que facilitar un listado telefónico para que los policías pudiesen solicitar los datos personales de los denunciados, que en las próximas semanas recibirán en sus domicilios la citación para el juicio de faltas por supuestas coacciones contra Alejandro Estévez y José Ramón Fernández Morgade.

El pasado 22 de mayo, un mes después de presentar las denuncias, los directivos se ratificaron en los términos de la misma ante el juzgado de Instrucción Número Tres de Ourense, cuya magistrada accedió a tener en cuenta como prueba las fotografías publicadas en los medios de comunicación.

El trámite sigue su proceso en paralelo a los coletazos de la crisis más aguda en la historia del Ourense, por lo que los jugadores se debaten entre la indignación y la estupefacción. El capitán, Yosu, explica el sentir del plantel ante una herida que vuelve a sangrar: "Los directivos están quedando en evidencia, aún más. Somos trabajadores con muchos meses sin cobrar, que ven peligrar sus puestos, que van con un documento a sus lugares de trabajo a pedirles la dimisión de forma pacífica y por encima nos denuncian. Que no olviden que ante el juez no se puede mentir".

Yosu califica como "una coña" la decisión de los directivos de presentar la denuncia. "Había dos posibilidades. Que se archivara o que hubiese una vista, que es lo que va a pasar, pero las coacciones llevan implícita la violencia y hay testigos, entre los que se encuentra la Policía, que pueden corroborar la versión de que actuamos pacíficamente. Tenemos la conciencia tranquila porque luchamos por nuestros derechos. Faltaría más".

Por contra, el capitán se muestra angustiado por el inminente descenso administrativo. "Lo que me preocupa es que el Ourense va a desaparecer en cuatro días. Llevo toda la vida en este club, que tiene muchos años de historia, y me parece una locura que vaya a desaparecer".

Desde la distancia, Iker Alegre también se mostró enojado por el curso de los acontecimientos. "Cuanto menos es curioso que esta directiva haya hecho lo que ha hecho, llevando al Ourense al borde de la desaparición, y que en vez de estar centrados en dar un arreón para salvar el club estén con estas tonterías", explica el extremo gijonés.

Allá donde esté cuando previsiblemente después del verano tenga que prestar declaración, Iker podrá comparecer en los juzgados de su nuevo destino y evitarse el viaje, pero considera un escarnio toda la situación. En cuanto a las mensualidades que le adeuda el Ourense, el jugador espera que la venta de las plazas vacantes de Segunda B sea suficiente para tapar pronto el agujero económico que le ha dejado esta temporada que acaba a la plantilla.