Adrián Padrón no había nacido cuando el Ourense disputó en el estadio de O Couto su último partido en Tercera División hasta el 31 de agosto de 2008, el día de su debut. El defensa ourensano fue como tantos otros el fruto de un traumático fin de ciclo. La penuria es el mejor caldo de cultivo para la cantera. Desde su debut contra el Arosa vistió otras 154 veces la camiseta rojilla, las últimas en Segunda B. En ese cometido ocupó cinco años de su vida en los que simultaneó el fútbol con sus estudios de Filosofía en Santiago.

Atiende el teléfono en un descanso de bibilioteca. Tiene exámenes hasta el día 6 y calcula que entre las convocatorias de septiembre y diciembre podría meterse el título en el bolsillo. El Ourense no le robará más tiempo ni desvelos. Es un aficionado de a pie. El pasado martes se cerró un lustro que le ha dado motivos para aplicar sus conocimientos al fútbol: "La mayoría de las veces que se pierde hay que tirar de ella para soportar lo que se te viene encima".

Adrián Padrón no quiere ponerse trascendente para analizar su salida de O Couto: "Eso es secundario", afirma. La intuición le ayudó a estar preparado para el golpe: "No fue una cosa de un día para otro. No es ninguna sorpresa. Solo hay que ver cómo va el año. Los anteriores no había duda de que iba a seguir si quería el Ourense, pero este año ya se veía que iba a ser distinto".

Jugó mucho menos que en Tercera, sobre todo en la segunda vuelta de la liga, pero tampoco él se encuentra un reproche: "Estoy contento con mi trabajo. Creo que el club y el entrenador también lo están, pero entiendo la decisión de que se quiera subir de rango y que se busquen refuerzos. No me lo tomo como algo personal".

El cambio de rol tuvo una difícil digestión: "Mi sensación a lo largo de la temporada es que estaba para suplir y eso no es fácil de llevar. Sabes que tienes que aportar lo tuyo cuando te toca, pero solo te toca cuando falta otro". No tuvo un mal gesto en todo el año y no lo tiene en la despedida: "No jugar es complicado, pero no tengo ninguna queja de Luisito ni como entrenador ni como persona. Esto es una cuestión de gustos y no hay que hacerle".

El adiós implica una renuncia: "Lo que peor me sienta es perder ese vestuario, las bromas de los cuatro monos de siempre, del día a día, año tras año". Adrián Padrón se dejó una tibia y un menisco (jugó media temporada con la rodilla dañada) en el Ourense, pero ni las decepciones en el campo empañan el balance improvisado: "Estoy contento con los años vividos. Fueron cuatro promociones, años en los que parecía que el club iba a desaparecer y al final siempre salió adelante. Fueron años muy buenos de fútbol y por lo menos me voy del Ourense en la categoría que debería estar".

Las vivencias acumuladas le hicieron sentir añoranza antes incluso de oír la sentencia en boca de Luisito: "El día del Real Madrid C, antes de empezar el partido, pensaba que podía ser la última vez que me cambiase en ese vestuario. Ya me daba morriña. No contaba jugar, pero se lesionó Josu, y al final salió todo perfecto". Como colchonero confeso, todavía tenía en la retina la Copa del Bernabéu. En su gol de cabeza, el único que marcó en O Couto, sintió el calor del compañero: "Saben que cuando no juegas todo cuesta más y se alegran cuando te salen las cosas". Era el abrazo de despedida. Otro fútbol y la orla le esperan.