Ganar apagaba la calculadora, pero el punto descarta el mal mayor y aleja el menor. El Ourense resolvió ayer los cálculos del descenso directo tras empatar con el Leganés y se distanció hasta los cuatro puntos del San Sebastián de los Reyes, el equipo que ocupa la plaza de promoción de permanencia tras perder contra un Tenerife que quiso ser campeón con honores.

Una jornada más, el enemigo hizo favores. Llegado mayo, el mes de la angustia, la victoria tiene un precio prohibitivo para los que más la necesitan y los empates hacen que la vida igual, pero con menos domingos para emerger. El que viene se puede acabar el sinvivir para los de Luisito si le ponen el último clavo al ataúd del Zamora.

La necesidad obligó al Ourense a renunciar a su estilo asociativo. La primera consigna era evitar deslices en coordenadas sensibles para no alfombrar las contras madrileñas, como sucedió en el partido de Butarque. Luisito puso a un central en la banda para minimizar las grietas y cedió terreno al Leganés. Esperando la contra y que el primer sol veraniego madurase a un visitante musculado y articulado sobre su delantero Dioni. El plan pudo irse al traste en el primer minuto, cuando los madrileños ganaron un saque de banda y Pato se puso a tiro de Óscar Vega. El uruguayo reaccionó con agilidad, sacando una mano abajo y evitando otro madrugador ataque de nervios. Hacía diez partidos que los ourensanos no se iban por delante en el marcador al descanso.

La réplica del Ourense llegó en una falta lateral. La estrategia fue el arma predilecta ayer al no estar sobre el césped el atacante sobre el que giran casi todos los mecanismos ofensivos. Un defensor desvió a córner el balón botado por Yebra cuando los rematadores se relamían. También inquietó el Leganés en los balones aéreos. En el ecuador del primer tiempo, dispuso de dos córners consecutivos. El segundo cortó la respiración de O Couto, cuando la pelota se fue al brazo de Josu en su intento de despeje.

Las precauciones restringieron el acceso a las áreas. Para abordar al rival, el Ourense se encomendó a la velocidad por banda de Borja Valle y Rubén Arce. Quintairos fue el elegido por Luisito para cubrir la vacante por sanción de Óscar Martínez. El de Celanova resultó determinante al arrancar un penalti de la nada. Expuso el cuerpo a la patada del defensa en un balón que ya estaba casi desactivado y el árbitro se cobró la pena máxima. Yebra acertó desde los once metros, a la derecha del portero, donde nunca habría podido llegar. Precisión cirujana. El Leganés no se fue al descanso sin volver a molestar. Carlos Martínez progresó por la izquierda y ni Dioni ni Óscar Vega conectaron el remate con Pato rendido.

La indulgencia se acabó a la hora de partido. El Ourense se desorganizó en el regreso a su área y el recién incorporado Nico tuvo tiempo y espacio para templar un balón a la espalda de los defensas. Carlos Martínez lo gestionó con sangre fría para devolver el empate al marcador.

El gol frustró el primer cambio que había planeado Luisito para proteger su preciada ventaja. Con Juan Martínez preparado para robustecer la medular, el nuevo escenario hizo que el técnico se inclinase por Noguerol y Sanginés para darle aire al ataque. El Ourense intentó dar el paso al frente, perdió cohesión y nada tardó el Leganés en zarandearle con un contragolpe de libro. Dioni ganó la carrera por la izquierda y Pato evitó que le ajusticiase Fer Ruiz llevándose por delante el balón y al jugador en el área pequeña. El Ourense buscó grietas por los flancos de un adversario al que no se le hizo largo el partido, pero a media que se acercaba el final los dos equipos que se convencieron de que no podían despreciar el empate.