Ni Rubén Rivera, ni Quique Cubas, ni Gerardo, ni Javi Pazos ni Santi Gegunde. La sensación goleadora en la Tercera División responde al nombre del alondrista Jonás Caride, que tras el doblete ante el Silva acumula ya seis dianas en seis encuentros, de los cuales solo los cuatro últimos los disputó como titular. El que todavía es máximo artillero de la Primera Autonómica con el Domaio (con 19 tantos en 13 partidos) no ha acusado el salto de categoría y demuestra que la suerte máxima del fútbol, el gol, forma parte del ADN de unos pocos elegidos.

"Me está saliendo todo de cara, porque mis compañeros me lo están poniendo muy fácil. Los goles han llegado pronto y con confianza es todo más sencillo", apunta. Y es que la confianza es el secreto del éxito para este atípico debutante en la categoría a sus 30 años. "El cuerpo técnico apostó desde un primer momento por mí, y poniéndome de cara, y es difícil hacerlo con un jugador que viene de dos categorías más abajo", reflexiona, antes de añadir que "todo se basa en la confianza. El gol es el gol y si uno lo tiene en una categoría en otra van a entrar tarde o temprano. Al final ves la portería más grande".

Confianza de la directiva, del cuerpo técnico, pero también de sus propios compañeros. La mejor muestra se vivió ante el Silva, cuando Mauro -tan temperamental como inteligente sobre el terreno de juego- le cedió el penalti que abrió el marcador a un recién llegado. "Me acerqué para pedírselo y ya me preguntó él antes si quería tirarlo. Es el capitán y si me dice que no, me marcho de allí pitando", dice entre risas. "Pensaría que este está en racha y lo mete seguro, [risas]. Veo que mis compañeros confían en mí partido a partido y eso es agradable", afirma.

Si la apuesta del Alondras por un futbolista con escaso nombre fue arriesgada, también lo fue la de Jonás Caride por salir de su zona de confort, la que tenía en su club de los últimos cinco años, el Domaio, a escasos kilómetros de su lugar de residencia en Chapela. "Me costó mucho decidirme porque la gente allí siempre me trató muy bien y a mí me cuesta salir de los clubes", reconoce. Varios equipos de Tercera y una larga lista de Preferente lo tentaron, encontrándose con una negativa por respuesta. Por encima de cuestiones económicas y deportivas Jonás valoraba el jugar con sus amigos y el buen trato de la entidad. "Tenía miedo por ver qué vestuario me encontraba, pero al cabo de una semana ya estaba muy bien con ellos", señala. "No me arrepiento para nada de la decisión que he tomado. Es más, si hubiese podido venir antes, lo habría hecho", subraya. Eso sí, sin perder de vista a su Domaio. Tras jugar ante el Silva por la mañana llegó a tiempo para ver a sus excompañeros en la segunda parte ante el Unión Dena. "Ojalá pudiera echarles una mano", apunta.

Ahora toca con el Alondras puestos de fase de ascenso, algo que ilusiona pero con los pies en el suelo. "Lo mejor es ir poco a poco, con calma y tranquilidad. Estamos ahí, pero junto a otros equipos que tienen más nombre y más plantilla. Nosotros tenemos que seguir a lo nuestro, trabajando y picando piedra y, si se puede, estar enganchados hasta el final", asegura. Y recalca que "tenemos que aprovechar este buen momento".