"El año pasado no pude ir al Mundial, pero este será en Londres, así que no debería haber problema, aunque todo dependerá del dinero", afirma Lorena González, doble campeona de España de Carreras de Obstáculos (OCR, siglas de Obstacle Course Racing), una modalidad cada vez más en boga dentro del mundo del deporte. González se trasladó hace dos meses a vivir a Moaña con su pareja -el también corredor de obstáculos José Antonio Piñeiro- y trabaja ahora para preparar la temporada en dos líneas: la puramente física, y la más complicada de ambas, la económica, buscando patrocinios. "Me han invitado a carreras, la última en Sudáfrica, pero tengo que rechazarlas por el dinero", dice.

Las pruebas de la Strong Viking (el considerado circuito de este tipo más duro del mundo, en el que fue tercera el año pasado) en Holanda, Bélgica, Alemania y Suiza son el objetivo, comenzando el 25 de marzo en tierras holandesas. González ya estuvo en Frankfurt el pasado mes de octubre, donde obtuvo el pase para el Mundial. El Europeo, en Dinamarca, también está en su mente. Y es que la moañesa de adopción busca nuevos retos a nivel internacional, habida cuenta de que el nivel en España -especialmente el femenino- no es comparable. "Hay pocas mujeres. Cuando corríamos hombres y mujeres juntos había bastantes más, pero cuando pedí separar las categorías cayó el número", afirma.

La vergüenza o el hecho de optar por las pruebas populares por su menor nivel de exigencia son algunas de las razones apuntadas por la campeona nacional para justificar el descenso. Menos importancia le da al hecho de estéticamente las mujeres rechacen estar más musculadas. "Sí pasaba antes, cuando venía alguna al gimnasio y me decía que no se quería poner muy fuerte. Pero eso no se consigue en dos días, es una cuestión de tiempo y todo depende de tu trabajo. Debes estar fuerte, pero también ser ligera para poder correr, para suspenderte en el aire...", manifiesta.

Competir en una carrera de este tipo requiere una importante preparación previa que la obliga a entrenar seis días a la semana, con un plan de trabajo que va en función del tipo de prueba que afronta ese fin de semana. "En pretemporada intento hacer lo menos posible para que el cuerpo descanse", señala, pero cuando la competición arranca lo habitual es que trabaje tres días con carrera y otros tres con trabajo de gimnasio, a una media de tres horas diarias. Curiosamente, apunta, "nunca practico los obstáculos", y pone un ejemplo. "Volar de una barra a otra situada a metro y medio me da miedo entrenarlo, pero sin embargo, durante las pruebas, con la adrenalina, lo hago sin pensar", subraya. Todo por un deporte que lleva practicando cuatro años y del que dice que "quien lo prueba se queda enganchado".