Tranquilo, sin la tensión de la competición y mientras deshoja la margarita de su continuidad, Pillo hace balance de la temporada. El arquitecto del Frigoríficos del Morrazo se muestra orgulloso de la mejoría de su equipo y disfruta de una permanencia con mejor sabor incluso que la clasificación europea de hace dos años.

- Tanto sufrimiento ha merecido finalmente la pena.

- La verdad es que sí. Parece que cuando se consiguen las cosas hay un reseteado en la cabeza y se olvida el año de sufrimiento para dar todo por bien empleado. Pero ha sido un año muy duro, sobre todo en los inicios.

- Se esperaba una campaña difícil, pero quizás no tanto.

- Todos sabíamos que sería difícil por ese cambio brutal de engranaje. Acabamos la primera vuelta con 7 puntos, que de no haber ganado en Irún serían cinco y estaríamos casi condenados. También preveíamos que el equipo crecería, pero el miedo que yo tenía era que no nos diese tiempo y necesitásemos dos o tres jornadas más.

- ¿En algún momento dejó de creer que la salvación era posible?

- La competición fue igualada y todos los equipos se aferraban a lo que conseguían como locales. Nosotros teníamos ocho partidos en casa en la segunda vuelta, pero con la derrota ante Guadalajara y el punto que regalamos al Puente Genil pensé que no nos daba tiempo. No era dudar pero... El equipo ya jugaba bien, encontraba los automatismos... Pasamos unos momentos muy malos. Después nos jugamos todo a ganar en Benidorm y Aranda y a que hubiese resultados lógicos en los otros encuentros.

- ¿Ha sido la temporada más sufrida desde que está en Cangas?

- Creo que sí, porque la primera, aunque fue muy competida, era en un equipo en construcción en el que no se había hecho un gran desembolso económico. Era más o menos lo que se preveía. Pero en esta partíamos de tres años muy buenos, con récord de puntos. El globo se infló más de lo que podía soportar club, equipo e incluso afición. Esa mochila lo hizo todo mucho más duro.

- El partido del Aranda fue determinante, pero menos recuerdan el de Bidasoa para finalizar la primera vuelta con siete puntos.

- Sí, ese partido también fue fundamental porque de no haber ganado la permanencia habría sido imposible.

- Después de ganar al Aranda la sensación es que se revertía la dinámica y que la salvación estaba al alcance de la mano.

- Es que de haber perdido ese partido todo se hubiera acabado. Se aclaró el futuro pensando en resultados lógicos, aunque yo siempre estuve alerta con alguna sorpresa. Ahí empezamos a creer que era posible y el equipo plasmó la mejoría que todos esperábamos.