La continuidad de Víctor García, "Pillo", en el Frigoríficos del Morrazo está en el aire. El técnico que ha llevado al conjunto cangués a las cotas más altas de su historia y que certificó el pasado sábado un nuevo éxito con la permanencia, aún no ha adoptado una decisión sobre su futuro en las filas del Cangas. El cansancio -físico y anímico- después de ocho temporadas en el club ha hecho que el preparador pontevedrés ponga en duda su renovación y se plantee la retirada. Una idea que ya rondó su cabeza la pasada campaña pero que descartó de plano ante la salida de hombres determinantes para el equipo como Lamariano, Adrián y Fernando Eijo.

"Si me marcho no será ni por dinero ni para irme a otro club, porque como en el Cangas no estaré en ningún lado", afirma el técnico, que subraya que "siempre he tenido el apoyo de la directiva, del club y de la gente, como no podría tener en ningún otro sitio. Si esto se produce será por una decisión personal, porque ya tengo una edad y acabo muy cansado las temporadas". No es el único razonamiento que hace Pillo en voz alta. También apunta a la idoneidad de realizar alguna variación en el banquillo para cambiar ciclo. "Habrá que ver si es bueno para el equipo que lleve tantos años aquí. Yo siempre he estado en contra de esto, y tenemos ejemplos claros en otros deportes, como Luis Enrique, que lo tiene todo en el Barcelona y sin embargo se marcha". Esta necesidad de cambio es más acuciante aún, en su opinión, "en equipos donde hay mucha gente en formación".

El técnico pontevedrés se reunirá esta semana con los responsables del club para exponer sus pensamientos y escuchar la idea que maneja el Cangas. Posiblemente ese día no se adopte ninguna decisión pero sí que se pondrán sobre la mesa los pros y los contras para aclarar la situación en una temporada en la que muchos equipos ya han realizado movimientos de cara a la próxima campaña.

Lo que tiene claro Pillo es que en su decisión pesará evidentemente lo personal, pero tampoco dejará de lado los intereses de un club que desde hace mucho tiempo vive como propio. "Lo que decidamos irá bien para los dos. Yo siempre haré lo que sea mejor para el club", afirma. El aspecto sentimental es más que evidente tras ocho años en el banquillo. "Aquí siempre he sentido calor cuando las cosas van mal, que es cuando resulta más complicado, y eso es de agradecer porque la vida del entrenador es muy solitaria", apunta. Ahora mismo se reconoce cansado, sin fuerzas, tras una campaña más dura aún que las anteriores y en la que hubo que esperar a la última jornada para salvarse. Pero también reconoce que "a los quince días sin hacer nada vuelvo a engancharme al balonmano".