Lo que bien empieza bien acaba. El dicho podría aplicársele al cien por cien a una Cultural Deportiva Beluso cuyo arranque de competición fue tan espectacular como la celebración del ascenso en la noche del domingo y madrugada del lunes. Jugadores, directivos y aficionados compartieron por las calles de Bueu la alegría por la consecución de un objetivo que ni siquiera se había planteado cuando arrancó la Liga en la Primera Autonómica.

Sin embargo, el ascenso de la escuadra dirigida por Rafa Villaverde comenzó a gestarse mucho antes, en la temporada anterior. El reemplazo de Marcos Torres por el técnico moañés no surtió efecto inmediato y la escuadra buenense comenzó a acercarse de forma peligrosa a la zona baja de la clasificación e incluso a tontear con el descenso. Pero no perdió nunca la fe. Y eso le permitió encadenar una excelente racha final con seis victorias y un empate en los últimos ocho encuentros. La única derrota, por la mínima (3-2) y ante un intratable por aquel entonces Pontellas.

Ahí se sentaron las bases del Beluso, en una apuesta por el control del balón y por una idea futbolística muy determinada. Con la experiencia del año anterior Villaverde mantuvo el bloque y lo retocó con jugadores de experiencia en categoría superior como Buyo, Víctor y Cidrás; con jóvenes como Miguel y Rubén Moledo y Manufre o con Richi, a la postre autor del gol del ascenso. Pero pocos podían imaginar un arranque de Liga como el que protagonizó el Beluso, con un empate en Chaín al que siguieron otras once jornadas sin conocer la derrota. En apenas dos meses y medio los de O Morrazo sumaron 30 puntos y se encaramaron a lo más alto de la clasificación, abriendo hueco con la cuarta plaza, la verdadera meta en una categoría en la que ascienden los tres primeros.

El dominio buenense era poco menos que insultante. Equipo máximo goleador (28 dianas) y menos batido (7 tantos). Villaverde había sido capaz de ligar el buen momento del final de la campaña anterior con el inicio de la presente. La situación invitaba a ser optimista y a modificar de forma radical los objetivos del año, marcados a priori para no pasar apuros y moverse en la zona tranquila de la tabla clasificatoria.

La primera derrota llegó el 27 de noviembre ante el Cambados, pero fue enjugada con dos triunfos en casa frente a San Martín y Mos. Luego llegó la visita al Marcón y una derrota contundente (3-0). El lógico bache que tenía que llegar lo hizo y los buenenses, que alternaban momentos de buen juego con otros más espesos, sufrían para sacar buenos resultados. En 12 partidos se sumaron solo tres triunfos y cuatro empates, pero los de Villaverde supieron ir administrando la impresionante renta que llevaban. Llegaron refuerzos como Colmenero y Félix, pero la responsabilidad pesaba demasiado.

Pero los buenenses no erraron en el momento de la verdad. Conjurados para no desaprovechar una oportunidad histórica, sumaron 16 puntos de los últimos 21. Suficiente para cerrar un trabajo iniciado la temporada pasada y que acabó con el más feliz de los finales posibles.