Sebastián "Chano Rodríguez" cumple hoy sesenta años. Su vida ha sido relatada mil veces, incluso en documentales: nacido en Cádiz, afincado en Vigo desde su adolescencia, miembro de los GRAPO, involucrado en el asesinato de Rafael Padura y condenado a 84 años en 1985; quedó parapléjico a raíz de una huelga de hambre en la cárcel; en libertad condicional desde 1994 hasta su indulto en 2007, se ha convertido en una figura de relevancia social a través del deporte. Lo que está por escribir es su futuro. Y Chano quiere que la trama deportiva llegue hasta Tokio 2020, en los que serían sus sextos Juegos Paralímpicos. Tras acumular 16 medallas, ocho de ellas de oro, en Sidney, Atenas, Pekín y Londres, en Río no pasó del cuarto puesto, lo que ha reducido su beca. Conseguir recursos es la batalla en la que se empeña ahora.

-Cumple sesenta años. ¿Es un tiempo de reflexión, de repaso?

- No me da tiempo. Fue llegar de Río, empezar a tomar decisiones, retomar el ritmo de entrenamiento? La vida laboral es complicada y la deportiva no es menos. Va a toda leche. A pesar de ese estrés, uno siempre intenta encontrar algún hueco para la reflexión. Pero nada de depresión, ni mucho menos. Estoy muy contento de cumplir estos sesenta años y de cumplirlos física y emocionalmente bien, haciendo algo que me gusta como es este deporte, con ánimos y ganas de seguir dando guerra.

- Usted ya ha tenido que enfrentarse a la reevaluación de su existencia muchas veces. No sé si tiene sentido recapacitar sobre su pasado.

- Una persona en cierta medida pública, como es el caso, está hablando de su vida constantemente. En el 90 por ciento de las entrevistas siempre sale a colación mi pasado y mi vida en general. Me encuentro en un momento en el que siento que ya cumplí con mi deuda social. He cumplido mis 30 años correspondientes. Ahora me queda la parte emocional, mi responsabilidad personal. Cuando te has quedado sin cámaras delante, a solas con la almohada, miras tu conciencia. Ahí realizas una reflexión pero no hoy o mañana, por cumplir sesenta años, sino en momentos frecuentes en que te paras a pensar. Estos sesenta años han estado llenos de muchas emociones y vivencias. Unas, evidentemente, que no puedo borrar aunque quisiera; ya me gustaría. Pero soy el que soy porque tengo la historia que tengo. No es como ir al supermercado, que coges tres de leche, dos de azúcar y devuelves el azúcar. En tu vida pagas tus errores de una forma u otra. Yo intento que esa parte negativa revierta en todo lo que pueda realizar hoy de beneficio para la sociedad. Una parte importante de mi motivación es mi compromiso social. En determinada época de mi vida pensé erróneamente que tenía que hacer lo que hacía. Hoy sé que no debía. Pero mi forma de ver la vida sigue siendo así. En cuanto al mundo paralímpico, me lo tomo de esta forma: tengo este problema de la silla de ruedas, yo he hecho todo esto, pero hay que decirle a la gente joven que uno debe mirar adelante y aprender. Hace poco que terminé un ciclo de charlas por los colegios de Vigo, patrocinado por el Concello. A los chavales les digo de todo corazón que mis 16 medallas paralímpicas no tendrían ningún sentido si no me diesen pie a poder contarles a ellos mi experiencia. Hay una frase que llevo grabada en un reloj: aprendí del pasado, vivo el presente y trabajo para el futuro.

- ¿Y cómo explicarles a esos jóvenes que usted quiere seguir a la edad en que muchos empiezan a desear la jubilación?

- Mi motivación es así. Esto no es algo que se compre con dinero. Uno no va a nadar más rápido por que te paguen más. Una parte importante de mantenerme así es por mi historia personal. Es necesario no ir de maestros a la gente joven, sino demostrarles con los hechos que la vida es dura, difícil, pero es lo que nos ha tocado y asumirlo. Y a partir de ahí, trabajar para el futuro.

- Grandes deportistas profesionales hablan de la dificultad de mantener el hambre por competir.

- El deporte paralímpico tiene su idiosincrasia, sus particularidades. En Sidney gané cinco medallas de oro. En Río, mis quintos Juegos, me he quedado a veinte centésimas de medalla en dos pruebas. Eso, lejos de achicarme, me da fuerzas para seguir peleando. No por ser cabezota o querer mantenerme a toda costa en este mundo, todo lo contrario; los entrenadores me dicen que estoy mucho mejor técnicamente que hace treinta años y yo lo noto. La experiencia es un grado. Y sobre todo, las ganas de seguir. Esto se lo debo a mi madre. Con 92 años tiene su Facebook, su tablet, su Whatsapp? Es una mujer muy activa. Como dice ella, para descansar ya habrá tiempo.

- ¿Nadie le dice que se retire? ¿O en nadie percibe esa mirada?

- No puedo dar nombres, pero hay una parte de gente en el Comité Paralímpico para los que estoy porque me tienen que tener. Si me fuese, se quedarían más tranquilos. No es siquiera una cuestión personal. Creo que no son capaces de asimilar mi vida al completo. Lo quieran o no lo quieran, hasta Tokio me mantendré como el español con más medallas de oro. Antes no solía resaltar esa parte, pero es así. Y lo diré a partir de ahora cada vez que me pongan un micrófono y me den pie. Me lo he ganado a pulso. He cometido muchos errores, que son muy graves e irreversibles. Pero llega un momento en que piensas que ya no puedes hacer más. He cambiado totalmente mi vida. A los chavales les digo que el mundo paralímpico ha hecho cambiar mi existencia 170 grados. Algún profesor me dice: "Perdona, Chano, son 180". Pero es que los diez que faltan son míos, son algo implícito. No es mucha gente la que no lo entiende pero a veces están ahí y en puestos muy importantes. Pocas veces se me verá en prensa o en anuncios paralímpicos porque no quieren o no se atreven a ponerme, cosa que no entiendo. Me acabo de encontrar con Pilar Rojo en el aeropuerto. Siempre digo que gracias a ella y a José Ramón Lete el deporte paralímpico en Galicia dio el paso que muchas comunidades no. Nosotros estamos de igual a igual con los compañeros olímpicos desde Atenas. Fue gracias a ellos. Hay gente a nivel político y del comité que sí me estiman muchísimo. Y otros no. Pero ni ellos ni veinte centésimas van a decidir mi futuro deportivo.

- Usted estuvo próximo al BNG y habla bien de políticos del PP.

- Pero esa gente está ahí. Los pasados Juegos de Río fueron los terceros en que solicité ser abanderado. Creo que me lo merezco. La primera vez me dijeron que no porque todavía seguía en libertad condicional y lo entendí, me pareció lógico. Después, no. He cumplido mi condena. Ahora mismo soy un ciudadano normal, como cualquier otro. En Río me explicaron que fue más un tema político que otra cosa. A Miguel Carballeda, presidente del Comité Paralímpico, y al antecesor de Lete en el CSD les anticipé que quiero llegar a Tokio y con la intención de ser abanderado. Voy a pelearlo desde ya. Lete ya lo sabe. Sé que él, dentro de sus posibilidades, intentará apoyarme igual que Carballeda. Será después de casi cuarenta años. Creo que ya podré ser abanderado.

- Más allá de sus antecedentes, ¿siente que en España no se respeta a los deportistas veteranos?

- He hablado con Miguel Carballeda, presidente de la ONCE y presidente del Comité Paralímpico. Sé que él me pone en valor continuamente, no delante de mí sino en conferencias. Entiende que es algo excepcional. Otra cosa es que yo fuese por las piscinas con sesenta años arrastrándome, que no tuviese calidad, que diese pena verme? Me levanto a las cuatro y media de la mañana cada día como el primero para entrenar a las seis. En piscina no hay edad, es el crono el que manda. Yo le gano a críos de 16 años y otras veces me ganan ellos. En España se debería valorar mucho más lo que un deportista ha dado. Pongo el ejemplo de David Cal. Me parece increíble, un tío de lo mejor que hemos tenido. ¿Alguien escucha algo de él? Ya no existe, desgraciadamente, con lo que ese hombre es. Muchos deportistas podríamos aportar mucho más tanto a nivel privado como público, en empresas o ayudando a mucha gente.

- Cal tiene que reinventarse con apenas 30 años. Pero usted tendrá que reinventarse con más de sesenta y tantos cuando se retire.

- Estás más que pensado. No me dedicaré a la enseñanza. Hay muy buenos profesionales en España. Pero sí trabajo a diario en transmitir mi experiencia. Focalizaré toda mi energía y mi esfuerzo en eso. Cuando se cierre la etapa de la piscina, se abrirá otra. Me centraré en esto que ahora mismo hago de forma esporádica, en estar con gente joven o con ejecutivos de alguna empresa. Lo que aprendes en el deporte se puede trasladar a la vida diaria, tanto laboral como personal. Para ello me preparo y estoy estudiando. Sentado en casa no me voy a quedar, eso es imposible.