El Frigoríficos del Morrazo continúa abonado a la épica. Ni el hecho de tener atada la permanencia, ni el estar peleando en las alturas de la Liga Asobal cambian un ápice el ADN de este equipo, marcado de forma inexorable por el sufrimiento. Ayer poco importó que el visitante fuese el colista, un Juanfersa Gijón prácticamente sentenciado al descenso a la División de Honor B. Los cangueses volvieron a tener que tocar a rebato para levantar un partido que se les había puesto muy difícil -llegaron a estar hasta cinco goles por debajo con el 7-12- y en el que incluso maquillaron un resultado cómodo gracias a un 7-1 de parcial en los últimos diez minutos.

Y es que cuando el Cangas se aplica y entra en comunión con su público de O Gatañal es casi imposible de parar para la mayoría de conjuntos de la categoría. Le costó más de lo previsto, porque el Gijón fue un digno rival, que aguantó las embestidas locales hasta prácticamente el final, cuando tuvo que rendirse a la evidencia. Antes, en la primera parte los asturianos supieron hacer su trabajo. Cierto es que contaron con la colaboración de un Frigoríficos por veces indolente y que le facilitó mucho las cosas. La defensa estuvo menos intensa de lo habitual y los de Alberto Suárez, con su balonmano control, llevaron el ritmo de juego. Por si fuera poco, ofensivamente los locales estaban muy imprecisos y perdían balón tras balón.

El resultado fue un 6-9 que obligó a Pillo a solicitar tiempo muerto cuando apenas se habían disputado 15 minutos del encuentro. Los gallegos pasaron a una defensa mixta sobre Adrián Fernández contestada por el técnico visitante con la entrada de Montoya para actuar con dos centrales y con el regreso al 6.0 del Frigoríficos. Con todo el Gijón se encontraba cómodo atacando al borde del pasivo con la anuencia arbitral y eso se reflejó en el marcador al descanso (13-17).

Cambio de panorama

En la reanudación el Frigoríficos cambió de cara. Apretó los dientes en defensa y contó con la colaboración de un brillante Mijuskovic, con quien Pillo tuvo que arriesgar a pesar de sus problemas físicos. La dinámica del encuentro había cambiado y Alberto Suárez pedía tiempo (16-18, minuto 37). El Cangas se puso hasta en cinco ocasiones a un solo gol, pero no remataba la faena. Rial les sacaba las castañas del fuego a los suyos con su brazo y la remontada parecía que no llegaba nunca. Con 23-24 Soliño falló un contragolpe, pero no erró el penalti que tuvo después para establecer las tablas. Y tampoco le tembló el pulso para poner por vez primera a su equipo por delante (25-24, minuto 53). De hecho el veterano extremo anotó cinco goles seguidos hasta situar el 27-25 con nuevo tiempo del técnico visitante para tratar de obrar el milagro a falta de dos minutos y medio.

No lo hubo porque el Frigoríficos continuó sin bajar el pistón y acabó gustándose para cerrar un 29-25 que no refleja lo que se vio ayer sobre el parqué de O Gatañal. Con esta victoria el Frigoríficos logra la puntuación más alta de toda su historia en la Liga Asobal.