La suya fue una peregrinación a la carrera. Más de 90 kilómetros en dos días y divididos en cuatro etapas. Diego Fernández y Francisco Piñeiro, lograron este fin de semana el objetivo para el que se estuvieron preparando durante los últimos meses: completar corriendo el Camino de Santiago entre su Moaña natal y Santiago de Compostela. La experiencia fue un éxito pese a que el calor les hizo pasar algunos malos momentos, como reconocía ayer ya más descansado Diego Fernández.

Los dos son atletas del Club Triatlón Morrazo y después de compartir sesiones de entrenamiento y salir a correr juntos decidieron hacer este peregrinaje. "Yo lo había hecho antes en bici y caminando y cuando le comenté que estaba pensando hacerlo así también se unió", cuenta Diego Fernández. Se prepararon durante varios meses, con etapas y recorridos similares para finalmente acometer la marcha este fin de semana. Salieron el viernes poco después de las 9.30 horas desde la iglesia de Moaña y completaron el recorrido hasta Pontevedra, donde comieron y descansaron antes de volver a salir por la tarde para afrontar la segunda etapa. "Había que llegar hasta Caldas y en teoría era la parte más asequible porque es un trazado llano, pero cometimos el error de querer mantener el programa que teníamos previsto y salimos sobre las 16.30 horas", reconocía el atleta. Y es que a esas horas los termómetros marcaban temperaturas de unos 35 grados centígrados. "Eran 22 kilómetros y nos llevó casi dos horas y cuarto completarlos. Los diez primeros fuimos más o menos bien, pero los últimos doce lo pasamos muy mal", admitía. Tanto que al final de la etapa llegaron a plantearse si no sería mejor posponer la peregrinación y afrontarla en otras condiciones. "Cenamos con muchas dudas, pero descansamos bien y esas dudas se disiparon por la mañana al empezar a correr", destaca Fernández.

La jornada del sábado también se dividió en dos etapas. La primera fue relativamente sencilla, un total de 20 kilómetros hasta Padrón y casi todo el recorrido por lugares con sombra. "Coincidimos con mucha gente que estaba haciendo el Camino andando o en bici y se sorprendían mucho cuando les decíamos que nosotros lo hacíamos corriendo. Algunos de los que iban en bici incluso nos acompañaron durante algunos tramos", recuerdan para ilustrar el buen ambiente que se vive alrededor de esta experiencia. A la hora de afrontar la cuarta y definitiva etapa se cuidaron de no repetir el mismo error que en la jornada del viernes. Eran casi 24 kilómetros y era la "más dura, con unos 21 kilómetros en ascenso". Para evitar las horas de más calor retrasaron la salida hasta las 18.15 horas y pudieron completar el último tramo sin mayores problemas. Lo único malo fue que llegaron pasadas las 20.30 horas, después de dar algunas vueltas en la entrada de Santiago por la falta de señalización. "No habíamos hecho ninguna promesa, pero una vez que estábamos allí nos habría gustado entrar en la catedral y ya estaba cerrada", explica Diego Fernández.

La jornada del domingo y la de ayer fueron de recuperación y para curar las heridas del camino. Pero "la cabeza no para" y ya andan manejando nuevos retos para el futuro.