Ahora o nunca. Ése es el planteamiento que se hizo Felix Schmidl cuando surgió la posibilidad de venir a España a jugar en el Frigoríficos del Morrazo. Con los exámenes de la carrera aprobados y únicamente pendiente del proyecto final, la idea de recalar en otro país, conocer la cultura y poder disfrutar del balonmano lo empujó a iniciar esta aventura en Cangas. "Mi planteamiento era un poco diferente al de Kai (Feldmann). Yo también quería vivir en otro país pero estoy aquí para jugar en la Asobal", señala, antes de añadir que "con internet la tesis la puedo hacer lo mismo en Alemania que aquí". De si su futuro estará en España o en su país natal no quiere hablar. "Es un poco temprano para pensar en ello", dice.

El proyecto y los entrenamientos ocupan la mayor parte del tiempo de un joven de 24 años que reconoce pasar parte de su tiempo de ocio en la playa de Rodeira. "Hoy (ayer) vine justo después del entrenamiento a bañarme porque el agua fría es buena para la musculatura", afirma, mientras muestra su sorpresa por la bonanza meteorológica que vive Galicia. "En Stuttgart están a 5-6 grados", apunta con alegría. El tiempo sale también a relucir cuando reflexiona sobre lo que echa de menos de Alemania. "Los días en los que llovió quizá echase de menos algo, pero con este sol no se me ocurre nada", comenta. Quizá parte de la seriedad del carácter germano. "Allí si tú necesitas algo lo tienes muy rápidamente. Me refiero a la burocracia, a la telefonía móvil y esas cosas. Te dicen que mañana lo tendrás pero pasa más tiempo antes de que sea así", afirma.

Esas diferencias culturales le chocaron los primeros días de su estancia. "Los españoles son tranquilos y los alemanes más estrictos, puntuales. Tenemos reglas para todo. Aquí es distinto. Al principio fue algo difícil pero ahora no hay ningún tipo de problema", afirma. Aunque está solo en su aventura en Cangas (comparte piso con el otro portero del equipo, Mile Mijuskovic), su novia y su hermano ya han tenido la ocasión de visitarlo. Los próximos serán sus padres, que llegan hoy a la villa de O Morrazo y podrán verlo en acción el sábado ante el Juanfersa Gijón.

Atrás queda la lesión sufrida el año pasado que lo mantuvo 10 semanas de baja y lo hizo llegar a Cangas como un desconocido para competir con Mijuskovic. "Sabía que Mile era buen portero pero no sabía cuánto. Y es muy bueno, un poco mayor, algo más alto. Quizás yo iba a ser el segundo portero. Pero la Liga es muy larga y hacen falta dos porteros e iba a tener mi oportunidad", asegura. Ahora recoge el premio a su fe.