Que la clasificación de los equipos nada tiene que ver cuando se disputa un derbi quedó ayer de manifiesto en el duelo que enfrentó al Moaña con el Domaio en el Campo Municipal de O Casal. El Moaña llegaba a este enfrentamiento sin apenas apetito. Las posibilidades de ascender están descartadas ya (son quintos, lejos del puesto que permite el ascenso) y el Domaio lo hacía con la necesidad imperiosa de ganar para alejarse de los puestos de descenso. Y lo consiguió.

Pero el Domaio empezó perdiendo el encuentro. Un gol de Darío en el minuto 54 hacía temer lo peor. En la primera parte del dominó más el equipo local, pero no hubo clara ocasiones en ambas porterías. Mucho mediocampismo y el juego de uno y otro equipo era desacertado. Demasiados pases fallados y demasiados balones aéreos que no iban a ninguna parte. El encuentro solo se hacía soportable gracias a la rivalidad de las aficiones. Algo más de 400 personas en el estadio, una de las mejores entradas de la temporada.

El Moaña parece un equipo acomodado con la situación. El hecho de carecer de posibilidades para ascender de categoría le condena a un juego que no es el suyo, falto de ambición y poco trenzado. El gol de Darío vino de una jugada aislada. El Domaio puso más en el empeño. Le iba mucho más en el partido y aunque su juego también fue impreciso, inseguro y poco combinativo, logró imponerse en los balones divididos y conseguir la victoria. El empate lo firmó José Carlos. Un tiro desde fuera del área que el portero la despejó y el balón quedó en el larguero haciendo equilibrio hasta que cayó en el área y José Carlos lo metió para dentro. El segundo gol vino precedido de un saque de esquina. Tras una serie de rechaces Adrián de fuerte disparó introdujo el balón en la red. Fueron dos goles en diez minutos. A partir de ahí mucho, demasiado mediocampismo, balones al cielo, despejes sin mirar donde está el compañero ni el contrario. El despropósito lógico de un derbi que nadie quiere perder, pero al que el Moaña no pareció darle demasiada importancia.

El árbitro metió en total cinco tarjetas amarillas: tres para los locales y dos para los visitantes. Pero no fue un partido demasiado conflictivo ni los jugadores se emplearon con la dureza que se supone en un derbi de estas características.