Lo conseguido por el internacional lalinense Xoán Manuel Ledo Méndez en el pasado Mundial júnior de Argelia, liderando a una magnífica España, ha pasado a los anales del balonmano. Pocas veces un integrante del equipo español ha suscitado tantos elogios y tantos reconocimientos nacionales e internacionales en un deporte eminentemente colectivo. Ledo se ha convertido en el mejor embajador actual de Lalín, aunque haya quienes fuera de Galicia se atrevieran a catalanizar su nombre y apellido, seguramente obnubilados por su fugaz paso por el Barça, o simplemente castellanizarlo. Campeón del mundo y de Europa, elegido mejor portero del Mundial y, también, del planeta en una reciente encuesta de una web especializada, el dezano se ha hecho merecedor de un homenaje definitivo en su tierra tras la distinción de "Lalinense del año". No estaría de más que estos políticos modernos que pierden el trasero por una foto promocional igual que los de antes, y a los que les gusta más un eslogan que a CR7 los espejos, se decidan a inmortalizarlo en una localidad donde el balonmano es mucho más que un deporte. El getafense Alfonso Pérez Muñoz, por ejemplo, tiene un coliseo en su ciudad no exento de polémica simplemente por haber jugado en Real Madrid, Barcelona y la selección, entre otros, pero sin título internacional alguno. ¿Por qué no un Xoán Ledo Arena en Lalín? ¿Tendremos que esperar a que gane la Champions de Andrómeda o la Guerra de las Galaxias él solito para que suceda?