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once metros

Lo que queremos ser

El Estradense se ha sumido en un estado de duda. El debate ha tomado desde hace tiempo la grada del Municipal de A Estrada en una lucha individual y colectiva por descubrir y descifrar la esencia de un club. Tras años de sufrimiento por la deuda heredada, el Estradense se encontró el pasado verano ante la encrucijada de decidir lo que quería ser y la respuesta ha encontrado respaldos y críticas a partes iguales. Más allá de formas de jugar, de simpatías personales o de futbolistas del Bertamiráns, el club se debate entre la ambición de lo que puede llegar a ser y la incertidumbre por la destrucción de lo que pudo haber sido, un salto al vacío en el que cada socio tiene su propia opinión.

Asumido el debate, las incógnitas comienzan en su germen, en aquel día en el que la directiva encabezada por Secho se presentó en asamblea y anunció sus planes. La propuesta era clara, más madera. Saneadas las cuentas los dirigentes apostaron por dar un paso al frente con un cuerpo técnico más amplio y de renombre y las incorporaciones de varios jugadores "extranjeros" para subir el potencial de una plantilla consolidada tras varios años de unión y en la que predominaban y llevaban la batuta los hombres de la casa.

Lo que en ese momento parecía un paso natural tras una larga travesía en el desierto y con Tinto, el encargado de mantener el Estradense a flote, fuera del banquillo por decisión mutua, ha terminado por convertirse en una bomba de relojería que todos ven y que amenaza con detonar en caso de que los resultados no acompañen.

A un lado de este debate se sitúan aquellos que defienden la decisión tomada por el club y la necesaria ambición por intentar pelear en la zona alta de la clasificación. Esa apuesta se entendía imposible sin los fichajes realizados. Por el momento, la temporada les está dando la razón, con un equipo que está dejando sensaciones buenas y progresivas y que ya es tercero en la clasificación.

En el otro lado se ubicarían aquellos que ven en la apuesta de la directiva una "traición" a todo lo realizado en los últimos años. La apuesta por la cantera obligada por las dificultades económicas permitió el desembarco en el primer equipo de un gran número de canteranos que, sumados a los veteranos, conformaron un bloque entregado a la causa y que fue creciendo con el necesario sufrimiento hasta llegar a pelear de tú a tú con los mejores de la categoría. Para el bando crítico, la llegada de los "extranjeros" supone cerrar la puerta del primer equipo a los jugadores estradenses, en una época en la que la puesta en marcha de la Escola Estradense de Fútbol Base ilusiona por las opciones de formar nuevos valores.

Unos y otros se han enzarzado en las últimas semanas en discusiones privadas y públicas que incluso han obligado a intervenir al presidente para pedir sosiego y cordura. En este punto, ambos bandos analizan partido a partido en busca de la razón definitiva a sus argumentos. Si el equipo vence y convence, los defensores de la apuesta de la directiva ganarán la discusión. Si fracasa, serán los críticos los que lucirán sus dotes premonitorias. Ese será el cruel e injusto final para un debate que podría ser más aprovechable. Tras 86 de historia quizás los socios deberían sentarse y decidir para qué sirve y hacia dónde debe caminar el Estradense. Esa será la única manera para entender lo que queremos ser.

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