El Vasán-Cubik tiene un pasado que pesa como una losa en el recuerdo pero que al mismo tiempo le ayuda a ser lo que es. Hace trece años, en la temporada 2000-01, los jóvenes Marcos Sesar y Fabián formaban parte del primer equipo estradense en lograr un ascenso a Nacional A. Esta temporada y ya convertidos en curtidos veteranos, ambos son piezas fundamentales en un equipo que quiere seguir el mismo camino.

Desde aquel día hasta hoy el fútbol sala estradense ha vivido cuatro ascensos a ese nivel, dos de Nacional B a Nacional A y dos desde Nacional A a División de Plata. La primera de estas celebraciones llegó de la mano de un Enredo dirigido por uno de los grandes nombres propios del fútbol sala estradense, Rodrigo Feijóo, protagonista en tres de los títulos. A sus órdenes tenía un equipo formado por Sanmartín, Besteiro, Fabián, Julio Andrade, Beni, Josán, Gica, Sesar, Alberto, Jorge y Rubén. Aquel proyecto tenía muchas similtudes con el Vasán-Cubik actual. Ni unos ni otros partían como favoritos pero la química en el vestuario y la mezcla de jugadores de la casa con refuerzos de garantías terminó dando sus frutos.

Cuatro años después y tras el segundo puesto del Galisec en Nacional A, llegaría un nuevo título, esta vez con el América-Archi como protagonista. Aquel equipo, dirigido por otro de los nombres propios del fútbol sala local, Manuel Sanmartín, ascendió de Nacional B a A. Curiosamente en él militaban cinco hombres que hoy forman parte del Vasán-Cubik: Sesar, Fabián, Rebo, el capitán Rafita y el entrenador Juáncar, además de otros como Gica, Beni, Gonzalo, Nikima, Vilaboa o el actual entrenador del Estradense, Tinto.

Ese ascenso llevó a la unión de los dos equipos de la villa en Nacional A y bajo el nombre de Reale. Tras un primer año sin premio con Garabal como entrenador, Sanmartín y Feijóo volvieron unirse como presidente y entrenador para crear el equipo que se proclamó dos años consecutivos campeón de Nacional, con un ascenso a Plata que nunca llegó a producirse por culpa de las exigencias económicas. Esa barrera insalvable y la sensación de no poder ir más allá llevó a un paseo por el desierto. Ese vacío es el que pretende llenar el Vasán-Cubik. Es tiempo de victoria.