No hay dos sin tres. Así lo ha demostrado el Arosa encadenando su tercera victoria consecutiva superando al Barbadás tras noventa minutos en los que los altibajos del equipo de Jorge Otero marcaron claramente su rendimiento.

Arrancaba la tarde de ayer en A Lomba con la sensación que tocaba ganar a un Barbadás en clara línea descendente para pensar en empresas mayores como los próximos duelos ante el Compostela y el Barco. Ese impresión se corroboró con la puesta en escena de los arlequinados. Su apuesta por el toque y la circulación iba acompañada además de un trabajo de presión tras pérdida que le permitió ir arrinconando a su rival pocos metros por delante del balcón de su área.

Sin embargo fue Boubé el que se acercó por primera vez a zona de remate aunque su intento se fue sin más historia. Fue un mero "impasse" en la primera fase de dominio agudo del Arosa. Sidibé movía con suficiencia al equipo y las apariciones por banda izquierda de Iago Beceiro acercaban aún más el balón a la portería del portugués Rui. Cuando la gran parte del juego ofensivo local caía hacia el costado izquierdo, fue en el derecho donde se gestó el primer gol. Sería tras una buena combinación de Fran Matos y Yerai por que habilitó al vigués en el pico del área para conectar un fuerte disparo por bajo que se coló al fondo de la red pegado a la cepa del segundo palo.

Curiosamente ese 1-0 se convirtió en el inicio de los peores minutos de juego de los vilagarcianos. La intensidad inicial dio paso a una pasividad mayor. Ya se marcaban menos desmarques y la velocidad en la circulación del esférico bajó muchos enteros. El Barbadás, sin proponer demasiado, entendió que su rival había entrado en una fase de desconexión y fue discutiéndole la posesión. Ese ímpetu visitante también generó muchos espacios a la espalda de la defensa y se produjeron situaciones de contra que los locales no supieron gestionar ya fuese por falta de ideas o por mala ejecución técnica.

Ese 2-0 no llegaba y el 1-1 empezaba a rondar el pensamiento de muchos aficionados. Más aún cuando el Barbadás gozó de una magnífica oportunidad en la última acción de la primera parte pero el disparo de Ilyes dentro del área se encontró con un serio Lloves para evitar el empate.

En la reanudación la tendencia a la baja de los locatarios se mantuvo y no tardó en cumplirse la amenaza en forma de empate. Fue con un potente golpeo de Rivero en un contraataque que superó a Lloves por alto y besó la red tras golpear en el larguero.

Con el cambio de panorama Otero buscó soluciones en los cambios y dio entrada a Julio Rey por Sidibé y la apuesta salió perfecta. El primer balón que tocó el vilagarciano se convirtió en una perfecta asistencia al gran desmarque de Javi Pazos para superar a Rui en el mano a mano y volver a adelantar a su equipo.

El golpe anímico del tanto fue terrible para los de Moisés Pereiro. Les costó tanto asimilar el verse cerca de la que luego fue su octava derrota consecutiva que no reaccionaron cuando, solo cuatro minutos después, Rivas hizo el 3-1 aprovechando un balón suelto en el área pequeña a la salida de un córner.

Quedaban todavía veinte minutos de juego y el partido ya tocó a su fin. El Barbadás se convirtió en un equipo pusilánime, como abandonado a su suerte y muy afectado en lo emocional. Con las filas totalmente deshilachadas, el Arosa generaba situaciones muy francas, pero la relajación con las que la gestionaban echó por tierra muchas de ellas. Javi Pazos pudo hacer el cuarto tras plantarse solo delante de Rui, pero perdió la partida ante el portero. No le sucedió lo mismo a Julio Rey, quien tras un robo de balón en la salida fue capaz de hacer el 4-1 definitivo y poner la guinda a una victoria que tardó en cerrarse más de lo debido.