El técnico cambadés del Céltiga, Edu Charlín, ya es historia del club. Charlín y todo su cuerpo técnico decidieron presentar la dimisión esta misma semana por una "evidente falta de feeling con la plantilla que no somos capaces de enderezar". La decisión fue comunicada al club el pasado martes y a la plantilla el viernes, aunque se haría efectiva tras el encuentro ante el Ribadumia, fuese cual fuese el resultado. Charlín, tras tres temporadas en la entidad quería despedirse con una victoria, pero no fue posible, porque enfrente se encontró con un Ribadumia muy necesitado, y sobre todo, con unos jugadores con más hambre que los suyos. Los aurinegros sumaban su primer triunfo de esta temporada con buen fútbol, superando, sobre todo en la primera mitad, a un Céltiga que no encontraba soluciones y que naufragaba en el centro del campo.

El Ribadumia salió de inicio sin un nueve de referencia claro, tareas que hacía Fran Fandiño en algunos momentos, aunque su apoyo al centro del campo permitía que siempre hubiese superioridad local en esa zona. Los aurinegros dominaban ante un rival que trataba de esforzarse en la presión aunque apenas hilvanaba jugadas que le acercasen a los dominios de Iván Parada.

El Ribadumia dominaba, y fruto de ese control llegó la primera ocasión en el minuto 8, en un disparo lejano de Cerqueiras que obligó a Manu Táboas a una buena estirada para despejar el balón a córner.

El dominio de los locales encontraba premio en el minuto 17, al señalar el árbitro un penalti de Ángelo sobre Cerqueiras. La responsabilidad del disparo la asumió el propio jugador aurinegro, pero Manu Táboas acertó a desviar el balón con el pie y conjurar la ocasión. El encuentro tenía un claro color local. Los de Luis Carro tocaban con criterio y superaban la presión visitante, lo que permitió a Cheri lanzar un buen disparo en el 22 que se fue fuera por muy poco.

Iván Parada fue prácticamente un espectador más, hasta que un centro lateral del Céltiga, en el minuto 27, le obligó a sacar los puños antes de que Eloy rematase de cabeza. El Céltiga mostraba pocos argumentos, especialmente en el centro del campo, donde se veía desbordado, una y otra vez por los hombres de Luis Carro. Precisamente en un robo en el centro del campo se gestó el primer tanto, el baló llegó a los pies de Cerqueiras en la banda derecha, que sirvió un balón precisó para que Filgueiras superase a Manu Táboas con un disparo ajustado al palo. Era el minuto 43 y el Ribadumia veía premiado su mejor juego.

Con un cabezazo de Uru, que atrapaba con dificultades Iván Parada se llegaba al descanso.

Charlín decidió reforzar el medio campo con la incorporación de Tato y Adrián Camiño y la dec isión le funcionó. EL equipo isleño comenzó haciéndose con el balón, presionando arriba y merodeando con cierto peligro por las cercanías del área de Iván Parada. Sin embargo, la mejor ocasión fue para el Ribadumia en el minuto 55. Santi remontó la línea de banda, combinó con Filgueira y se plantó solo ante Manu Táboas. Al lateral se le escapó el balón, que recogió Fandiño, pero su disparo se estrelló en el meta isleño.

El Ribadumia percutía constantemente por banda derecha, con Filgueira y Santi superando a un Pichi que sufría mucho sin ayudas, aunque sus centros eran repelidos por los centrales isleños. Precisamente un centro de Filgueiras en el 66 lo remató Fran Fandiño alto en posición muy clara de disparo. El Ribadumia volvía a vivir sin agobios, controlando el encuentro, ante un Céltiga perdido que no encontraba soluciones y se veía superado en los duelos individuales. Tan solo una internada de Pichi y un disparo lejano de Marcos inquietaron a Iván Parada durante esa fase del partido. Con esos mimbres, la sentencia del Ribadumia era cuestión de tiempo. Llegó en el 73, cuando Gabi consiguió cortar un baló y vio perfectamente el desmarque de Hugo Soto. El delantero se plantó solo ante Manu Táboas y lo superó con una bonita vaselina. Los aurinegro pudieron ampliar su ventaja en varias contras, mientras los visitantes solo inquietaron a Iván Parada con sendos disparos lejanos de Jacobo Tato y Eloy Fariña.