El Arosa sufrió la derrota más dolorosa de los últimos 25 años. Ese es el tiempo que lleva el club sin disputar un play-off de ascenso a Segunda División B, oportunidad que ayer pasó por delante de las narices de los cerca de 1.800 aficionados, pero que terminó escurriéndose entre los dedos pese a que las matemáticas todavía dejan una pequeña puerta abierta a la esperanza de cara a la última jornada.

La tarde de calor empezó con un severo espasmo para la afición arlequinada. Solo seis minutos tardó en convulsionar el marcador. El origen estuvo en una cabalgada de Javi Pazos por banda izquierda cuyo centro mordido fue a parar a los pies de Rivas en el vértice del área pequeña. Su maniobra de protección del balón ante la presión de Filgueiras solo sirvió para dejar el balón a pies del delantero para batir con calidad a Lloves con un disparo a media altura.

Tocaba remar a contracorriente. Enfrente una tupida línea defensiva celeste que protegía tácticamente a su imberbe portero Marcos de tan solo 16 años. La orden era evitar situaciones a balón parado en contra y una presión alta que dificultase la transición local a base de circulación del balón. Con lo que no contaba el Villalonga era que Sylla en acción individual ganase la acción por banda izquierda para servir un centro que Vilas cabeceó dejando el balón en la testa de Hugo que superó al portero en su media salida con un remate en vaselina al segundo palo.

El nuevo escenario de empate pudo romperse poco después a favor nuevamente de los de Antonio Fernández. Una falta en la medular se convirtió en un perfecto pase diagonal para Álvaro cuyo servicio desde la izquierda fue rematado fuera por Javi Pazos de cabeza cuando ya se visualizaba el 1-2.

El primer córner a favor del Arosa llegó superado el ecuador de la primera parte. No hubo consecuencias, pero sí fue el preludio del cambio de orden en el luminoso. Sylla volvió a ser el desequilibro y también la definición. El senegalés se fue con potencia de Ronald y Renda para adentrarse en el área y batir por bajo a un Marcos vencido. De ahí al descanso el partido bajó el ritmo. El fuerte calor también tuvo mucho que ver en ello.

La puesta en escena del Arosa tras el descanso fue de lo peor de toda la temporada. Las imprecisiones eran constantes. Una pérdida de Suso en banda dio origen a un mano a mano de Javi Pazos que marró tras una indecisión de Rivas y Aitor Díaz. Pero nada más poner el balón en juego Cerqueiras robó un balón en la salida local para plantarse solo ante Lloves y batirlo por bajo.

El mazazo del empate dejó al Arosa noqueado, como superado por la ansiedad de tener la cuarta posición a tiro puesto que de Carballo llegaban buenas noticias. Otero metió músculo buscando llegar a inquietar a Marcos de la manera que fuese. Antón Vilas lo intentó con una volea forzada y poco después el vigués se encontró con un balón suelto en el área que mandó al cuerpo del portero celeste.

Eloy se convirtió en el mejor camino hacia el área rival, pero le faltaban socios en la empresa de hacer un gol. Tampoco abundaban las ideas para generar ventajas reales ante un Villalonga excelente en su disposición táctica defensiva y demostrando el porque ha conseguido 30 puntos a domicilio esta temporada. Incluso pudo Javi Pazos hacer antes el 2-3 cuando se quedó solo ante Lloves y no supo definir.

Restaban diez minutos y un Arosa desnortado no era capaz de tirar ni a portería. El Villalonga, a base de contras, iba avisando de lo que estaba por llegar. Primero con un centro de Cerqueiras que se paseó por delante del área pequeña sin encontrar rematador. Ya en el minuto 90 llegó el polémico penalti de Sidibé sobre Richi que Mota transformó magistralmente con un perfecto disparo a la escuadra.

A Lomba se vino abajo en uno de los palos más duros de los últimos tiempos. Lo positivo es que se vuelve a rozar algo por lo que se ha esperado un cuarto de siglo.