A la novena llegó la primera derrota de la temporada para el Arosa. Bien es cierto que el primer revés se hizo esperar, aunque en este caso impidió ponerle un broche espectacular a una de las semanas de mayor alegría del arosismo tras el título autonómico de la Copa RFEF logrado ante el Pontevedra el pasado miércoles.

Ya lo advertía Jorge Otero. Sabía que se iba a encontrar con un Castro herido en su orgullo tras el 7-1 que le endosó el Barco en su último partido y así fue. Los lucenses jugaron con esa dosis extra de intensidad que parte de las ganas de sacarse una espina demasiado dolorosa y, a base de más coraje que buen fútbol, fueron capaces de hacerse con los tres puntos.

La irregularidad del terreno de juego también fue un inconveniente añadido. El Arosa quería tener el balón y apostar por la elaboración, pero algunos errores técnicos, tanto en el pase como en el control, le hicieron perder cierta confianza a lo largo de los noventa minutos. Además, con el marcador en contra el juego directo terminó por convertirse en el camino más utilizado para llegar a la portería defendida por Yebra.

Con todo ello, el Arosa fue el primero en disparar a portería. La primera gran oportunidad estuvo en los pies de Julio Rey, quien tuvo que retirarse con molestias físicas poco después. En esa fase inicial de asentamiento en el terreno de juego, el Castro hizo de la efectividad su mayor virtud para hacer el tanto del triunfo prácticamente en su primer acercamiento serio.

Fue una buena jugada de combinación en la que quizá la defensa del Arosa pecó de contemplativa. Nano inició la jugada con un pase aéreo a Xaime. El centrocampista tiró de calidad para filtrar un perfecto pase interior al propio Nano que definió a la perfección con un remate imparable a la escuadra. Al Arosa le tocaba remar contracorriente y asumir sin remisión el papel de equipo dominador ante un rival que hizo del repliegue y el contraataque su tabla de salvación.

El hecho de que el Castro no hubiese dejado su portería a cero en ninguno de los ocho partidos precedentes les hizo concentrarse todavía más en esa faceta. Los de Jorge Otero se fueron al descanso a recomponer ideas, confiando en que volverían a tener situaciones para no marcharse de vacío de la visita a tierras lucenses.

Ante la absoluta tenencia de la pelota, Otero pasó a jugar con tres atrás y sustituyó al central Vitra por Sylla, que reaparecía tras su lesión de tobillo. Incluso terminó el encuentro sin Carlos Besada, otro central, para insistir en el asedio al área de los de Iván Lamas. Pero no hubo manera. Y eso que Eloy y Hugo Soto dispusieron de dos magníficas oportunidades para empatar, pero resultó imposible.

Con el Arosa totalmente volcado, los locales dispusieron de dos contras muy peligrosas que pudieron poner la puntilla, pero no acertaron. Sin embargo ese peligro generado aumentó la ansiedad en el Arosa. Poner el balón lo antes posible en las cercanías del área lucense se convirtió en casi una obsesión buscando algún remate entre el bosque de defensores locales, pero el empeño puesto por el Arosa se quedó sin recompensa alguna.

La derrota lleva al Arosa a caer a la sexta posición, si bien a solo un punto de distancia de la segunda posición. Ahora ya toca pensar en As Pontes, el próximo visitante al campo de A Lomba y que también llega en situación crítica. Las alertas ya están encendidas.