Tenía el Arosa en el Baltasar Pujales la oportunidad de reivindicarse como un equipo de sólida candidatura a las cuatro primeras plazas. El Rápido de Bouzas, actual colíder, se presentaba como una muy buena vara de medir para los vilagarcianos, pero la mayor cantidad de recursos de los vigueses terminó por desequilibrar la balanza a su favor poniendo así punto y final a una racha de seis jornadas consecutivas sin perder.

La puesta en escena tuvo un marcado color aurinegro. Tiraron de velocidad en las combinaciones para superar la presión alta que trataron de llevar a cabo los de Piscis. La insistencia en el planteamiento de los visitantes hizo que, no pasando muchos minutos, el Arosa tomara las riendas del encuentro. Desde el banquillo se ordenó el situar la línea de defensa casi en el centro del campo, con lo que al juntar las líneas impedían que los boucenses estuvieran cómodos y fueran incapaces de controlar el balón.

El arousano Hugo Soto tuvo dos ocasiones, casi consecutivas, para deshacer la igualad inicial, pero Sergio Ríos le superó en el duelo particular. También Sylla y Camiño trataron de meter el miedo en el cuerpo a su rival, pero sus remates no encontraron portería. Sin embargo lo que llegó fue el tanto del Rápido quizá cuando menos se esperaba, tanto por la dinámica en la que había entrado el encuentro como por la ejecución digna de una categoría muy superior a la Tercera División. El autor de tan majestuoso tanto fue Marcos Pérez quien con un potente disparo desde el vértice izquierdo del área terminó por colar el esférico por toda la escuadra. Un golazo en toda regla que cambió por completo el sino del partido.

Ese inesperado tanto dejó al Arosa muy tocado. Se notó en una pérdida de intensidad y concentración que el Bouzas castigó con un segundo y último tanto que tuvo en el ex arlequinado Martín Barreiro a su artífice. Solo habían pasado siete minutos de 1-0 cuando el central remató con algo de fortuna una falta lateral botada por Carlos Pereira. Excesivo castigo para un Arosa que había gozado de buenas ocasiones para haberse adelantado en el marcador, y que veía como se iba con 2-0 al descanso en un campo en el que nadie consiguió ganar hasta la fecha.

Un aspecto que nadie le podrá negar al Arosa en el partido de ayer es su afán por volver a recuperar opciones de partido. En la segunda parte trató de rearmarse, pero el dominio ya se había convertido en una cuestión alterna. El Rápido de Bouzas se mostró como un perfecto gestor de la ventaja y por momentos no mostró reparos a la hora de ceder el balón a su rival para tratar de hacer daño en los espacios abiertos.

Las cosas se le complicaron todavía más a los arousanos al comienzo de la segunda parte, cuando Cardeñosa vio la segunda amarilla por una fuerte entrada. El defensa vilagarciano, que ayer ejerció nuevamente en labores de lateral derecho, tenía tan claro que su acción era merecedora de segunda amarilla que saludó educadamente al colegiado antes de abandonar el terreno de juego. A pesar de las circunstancias, no se le puede negar al cuadro arousano el buscar un tanto que los metiera de nuevo en el partido. Esa actitud la agradeció el Rápido, que comenzó a tocar y tocar el balón provocando que los arousanos corrieran detrás sin que fueran capaces de recuperarlo.

Tal era la desesperación de algunos futbolistas que incluso los ánimos se caldearon un tanto en exceso. Un acelerado Cabanyes castigo con una fuerte entrada a un jugador local lo que generó una pequeña trifulca entre ambos equipos ya en los últimos minutos del encuentro.

Finalmente la derrota se convierte en el peor colofón a una semana muy movida en el vestuario vilagarciano. Ahora, situados en la décima posición y a cinco puntos de las cuatro primeras plazas, el Arosa empezará a preparar desde hoy el choque del domingo en A Lomba ante el Ribadeo, actual colista.