La bipolaridad del Xuven volvió a jugarles una muy mala pasada. Los cambadeses pasaron de estar protagonizando un partido en el que todo apuntaba a victoria cómoda, a convertirse en un equipo lleno de dudas e incapaz de culminar todo el trabajo previo.

La mejor versión de los de Miguel Ángel Hoyo duró exactamente 23 minutos. Fue una exhibición de juego en equipo y acierto en los lanzamientos. Los seis triples con los que cerraron el primer cuarto fueron una demostración de ello. Pero sería a raíz de dominar la parcela defensiva cuando llegaron los mejores minutos para los locales.

Una vez se corrigió la sangría en el bloqueo directo del Simply Olivar, la ventaja del Xuven empezó a subir como la espuma. Los maños pasaron una crisis muy seria en su ataque que contribuyó decisivamente a que su desventaja alcanzase una cifra máxima de 30 puntos (57-37) cuando restaban 17 minutos para la conclusión.

La excesiva alegría en el juego de ataque se terminó por convertir en una sucesión de errores que empezaron a dar vida a los visitantes en forma de canastas fáciles. Tyler Gaffaney se erigió en el héroe de la remontada anotando 22 de sus 27 puntos en un tramo final de partido extraordinario por su parte.

En la grada empezó a temerse lo peor ante lo rápido que se iban recortando las diferencias. El Xuven había desaparecido del encuentro y solo en seis minutos se le habían escapado 18 puntos de ventaja, entrando con un 64-60 en el último cuarto.

Ahí fue cuando los de Hoyo ya fueron presa del miedo a ganar. Eran conscientes de que habían dilapidado una enorme ventaja y sus temores terminaron por ser toda una pesadilla.