- ¿Con todo esto que están consiguiendo aún queda margen de mejora o es difícil exigir más a este Villalonga?

- Soy de los que digo que lo que funciona no hay que tocarlo. Ahora no es el momento de tener ataques de entrenador y poner cosas en práctica que no estén trabajadas. Debemos seguir afianzando nuestros conceptos y habrá registros en los que podamos mejorar. Todo es mejorable en el fútbol. Lo que es difícilmente mejorable es la predisposicíon de todos al trabajo. Los jugadores vienen a entrenar en toda la extensión de la palabra. Es un gusto trabajar con este grupo.

- ¿Qué es lo realmente innegociable en su equipo?

- Las máximas, y se lo recalco cada día, son el orden y la intensidad. Son conceptos innegociables. Intenso no solo es ser agresivo sino también tener predisposición a ser mejor que el rival. Que el equipo tenga esa concentración y esa implicación y que salga metido al partido es fundamental.

- ¿Colgó las botas para coger el banquillo y el cambio está dando buenos réditos?

- Colgé las botas en la jornada catorce de la pasada temporada y el club me ofreció el banquillo. No fue una opción buscada, pero sí me interesó porque para eso saqué el título nacional de entrenador. Estoy tan volcado en entrenar que nunca más volví a jugar. Quiero ser lo más profesional posible en mi nueva faceta, perfeccionarme y que esto no sea flor de un día.