Cuando a Argelia se le acabaron las fuerzas, que no el entusiasmo, allí seguían los alemanes corriendo. Una estampa clásica del fútbol mundial que se repite generación tras generación, que forma parte de la historia de este deporte. Ayer no jugaron mucho mejor que los generosos africanos, cometieron errores groseros en defensa, concedieron ocasiones y les faltó imaginación -es decir, un poco de Ozil- en los últimos metros finales. Pero ganaron. Resistieron en pie un agotador partido, el constante viaje de un área a otro, para acabar derribando la resistencia rival en la prórroga. Caían los argelinos víctimas de los calambres mientras Muller corría como si estuviese poseído por alguna extraña fuerza. La Alemania de toda la vida aunque le hayan cambiado el color del pantalón. Sin la brillantez de su primer partido, en el que atropellaron sin piedad a Portugal, Alemania cumple con su cita en los cuartos de final del Mundial. Se ahogan los equipos europeos, cada vez más asfixiados en el calor brasileño, pero permanecen en pie los alemanes.

Los argelinos se quedaron sin la esperada venganza por la afrenta sufrida hace 32 años cuando Austria y Alemania acordaron un empate en el Molinón que dejaba a los argelinos, liderados por aquel extraordinaro Madjer, sin su sueño de estar en la segunda fase. Llevaban grabado a fuego la traición en el alma -pese a que la mayoría de futbolistas no habían nacido cuando el Mundial se jugó en España- y durante los días previos avivaron el partido con el recuerdo y el deseo de venganza. Estuvieron cerca de hacerlo porque Argelia jugó con un descaro sobresaliente y que viene distinguiendo a muchos de los equipos presuntamente modestos en este campeonato mundial. Presionaron con una entrega que hizo sentir incómodos a los alemanes, incapaces de ejercer el control que se esperaba, con algunos de sus mejores futbolistas deambulando por el medio del campo -el caso de Ozil fue muy evidente- y sin la contundencia en el área rival que se espera de una selección como la de Löw. Lacen, el jugador del Getafe, se instaló delante de los defensas y cortocircuitó por completo el juego de los alemanes. Su presencia fue determinante en el partido porque sacó a los alemanes del plan que habían concebido y les permitió una salida fluida de la pelota, siempre al toque y con una velocidad en ataque que metió en continuos problemas a Mertesacker y Boateng, de los cuales en muchas ocasiones les sacó Neuer, tan atrevido como eficiente en las salidas. En el último instante del primer tiempo pudo adelantarse Alemania gracias a dos disparos de Kroos y otro a bocajarro de Gotze a los que respondió de forma espléndida Rais M'Bolhi, otro de los protagonistas del partido. En la otra portería las ocasiones se sucedieron con mayor frecuencia y lo normal es que los argelinos se hubiesen ido por delante.

Alemania se asustó y trató de imponer su ley en su salida al campo tras el descanso. Durante diez minutos acosaron el área de M'Bohli, que se encargó de sacar como pudo un disparo de Schürrle y un zapatazo de Philipp Lahm en la que fue su mejor parada del partido. Se estiró como un chicle para sacar una mano salvadora, antológica. Fue el aviso de lo que vendría después porque con el paso de los minutos la resistencia de Argelia pasó a ser heroica y Alemania sacó a sus "panzers", a los tipos que parecen no cansarse nunca. Apareció en escena Müller que tuvo el gol en un cabezazo y volvió a convertir en un héroe a M'Bohli. Alemania comenzó a impacientarse porque los argelinos resistían el acoso entre dolores y calambres. Siempre amenazando, poniendo a prueba a Neuer que tenía todos los sentidos puestos en evitar alguna de las contras africanas.

El sueño argelino se rompió en pedazos en el comienzo de la prórroga. Müller se fabricó una jugada en la banda izquierda para poner un centro que Schürrle, de una manera que le costará explicar, colocó en la red sin que el meta pudiese hacer nada. Argelia no tenía ya nada que ofrecer, pero siguió peleando de un modo ejemplar. Ozil hizo el segundo con el partido roto en los últimos instantes, pero aún así Argelia tuvo el coraje de marcar el 2-1 y poner otro balón en el área de Neuer. Así mueren los grandes, así gana Alemania. Corriendo más que nadie.