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Una proeza digna de superhéroes

Gustavo López y Javier Fernández participaron en el Ironman de As Pontes donde completaron nadando 3.800 metros, pedaleando 180 kilómetros y corriendo otros 42

Una proeza digna de superhéroes

Eran las siete de la mañana del pasado 15 de junio cuando en As Pontes iba a comenzar el primer North West Triman -más conocido como Ironman- que se celebra en Galicia. A la orilla de la laguna, que antiguamente era una mina a cielo abierto de lignito de la que se abastecía la central térmica, estaban los 408 inscritos en una prueba que, bajo su nombre comercial, propone el desafío de nadar 3.800 metros, pedalear durante 180 kilómetros y terminar corriendo otros 42. Ni más ni menos que una maratón para completar una hazaña que culminaría largos meses de preparación tanto en lo físico como en lo mental.

Entre esos valientes que se disponían a introducirse con su neopreno en el agua estaban dos vilagarcianos de adopción. Javier Fernández y Gustavo López. Para el primero, nacido en Ortigueira, era su primera experiencia en un triatlón de estas características. Gustavo, cambadés de pura cepa, ya tuvo la oportunidad de participar en el de Lanzarote y en As Pontes de García Rodríguez, donde fue uno de los diez primeros en inscribirse, pudo comprobar su evolución hasta terminar entre los treinta primeros de los 330 que finalizaron la prueba. También fue decimosexto del campeonato gallego y segundo en su categoría de 35 a 39 años. Todo ello tras emplear un tiempo de 10 horas y 48 minutos y acabar cruzando la meta exhausto abrazado a su pareja, Mónica Rubio.

Un corte de digestión durante el tramo en bicicleta endureció aún más la prueba para Gustavo, "empecé a sentirme mal por algún producto del avituallamiento. A mitad de la maratón decidí forzar el vómito como dicen los entendidos. Me hidraté y recuperé la energía para continuar a un ritmo muy bueno". Así culminó una grandísima remontada después de salir de la laguna en el puesto 196. La bicicleta, su especialidad tras practicar ciclismo desde los seis años, le lanzó hacia las posiciones cabeceras que supo defender en una carrera más que complicada sobre el pedregoso circuito por el que se desarrolló la parte a pie.

Atrás no solo habían quedado kilómetros y kilómetros de derroche de fuerzas, también se puso fin a muchos meses de preparación. Seis días de entrenamiento semanal con una rutina que, en las jornadas de mayor carga, comenzaba a las siete de la mañana en la piscina para nadar cinco kilómetros. A continuación tocaba atender sus respectivas profesiones. Javier es gerente de dos gasolineras y Gustavo auxiliar en una clínica dental. Antes de comer era el momento de subirse a la bicicleta para rodar entre 70 y 80 kilómetros. Luego, tras la sesión laboral de tarde, restaba el entrenamiento de carrera antes de acostarse para pensar en el día siguiente.

Por contra, Javier debutaba en una competición de tamaño volumen. Dudó mucho acerca de si ser uno de los que se enfundarían ese neopreno a las siete de la mañana. No terminó de encontrarse bien hasta el mes de enero. La presión de la preparación para una prueba que se iba a celebrar muy cerca de su lugar de origen le estaba pasando factura. "No sabía el motivo, pero estaba pasando por muchas lesiones, fatiga muscular. El estrés por hacerlo bien me estaba haciendo daño. No tenía buenas sensaciones. Me olvidé que lo primero que hay que hacer en estas cosas es disfrutar. Cuando recuperé la alegría todo fue de otra manera. A falta de 47 días para estar en As Pontes fue cuando me tomé realmente en serio entrenar para esta prueba pese a estar inscrito desde noviembre".

Javier tenía claro que las pautas de alimentación e hidratación tenían que seguirse a rajatabla para culminar la proeza. "Terminé muy bien e incluso la recuperación fue mejor de lo esperado. Cada cuarto de hora bebía o comía. Desconecté muchísimo durante la prueba. Mi cerebro solo recibía mensajes positivos".

Encuadrado en la categoría de 30 a 34 años, Javier cruzó la meta de As Pontes después de 11 horas y 56 segundos, marca que le llevó a terminar en el puesto 40 de la general, vigésimo entre los gallegos y noveno en su categoría. Pero lo más importante para él fue "el volver a disfrutar. Superé incluso un pinchazo que me obligó a remontar en la maratón, pero lo mejor fue entrar en meta con una sonrisa".

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